20 agosto 2011

El gobierno hondureño aumenta la militarización contra el campesinado que reclama tierras.

El campesinado hondureño es víctima de la política represiva oficial y de los grupos armados financiados por terratenientes que apoyaron el golpe de Estado contra Zelaya

Resumen Latinoamericano - La situación de continuas violaciones de derechos humanos en Honduras ha recrudecido esta semana con el asesinato de 14 personas, la mayoría de ellos campesinos de la zona nororiental del Aguán.

Allí, desde hace varios años se vienen produciendo movilizaciones por la tierra, enfrentando a terratenientes liderados por el empresario Miguel Facussé, quien ha fomentado en la región la utilización de guardias armadas que actúan con total impunidad agrediendo a los pobladores del Aguán.

Las organizaciones campesinas, cuyo referente principal es el Movimiento Unido Campesino de la Margen Izquierda del Aguán (MUCA), se hallan asentadas en siete fincas con una superficie que oscila en las cuatro mil hectáreas. Estas tierras son reclamadas por los terratenientes debido a las enormes ganancias que posibilita la explotación de la palma aceitera africana.

La misma problemática se reproduce en toda Centroamérica, y es uno de los temas que está en la agenda, por ejemplo, de varios partidos guatemaltecos que el próximo 11 de septiembre concurrirán a las urnas.

La lucha por las tierras del Bajo Aguán, en Honduras, ha ocasionado en los últimos meses más de medio centenar de muertos entre el campesinado, debido a que periódicamente se producen escaramuzas con los guardias armados y la policía que les brinda protección en sus intentos de desalojar a los ocupantes.

Durante el mandato del derrocado presidente Manuel Zelaya, se produjeron adelantos a favor de los reclamos campesinos, pero después del golpe militar, la situación en el Aguán se agravó y en los primeros meses del gobierno de facto de Roberto Micheletti numerosas familias fueron desalojadas, produciéndose muertes, detenciones y torturas a muchos de ellos.

Miguel Facussé es una de las figuras más representativos de los clanes de la oligarquía del país. A su núcleo empresarial pertenece el grupo agroindustrial Dinant, especializado en la fabricación y comercialización de aceite de palma. Además, fue activo partícipe en el apoyo económico a los golpistas del 2009 y mantiene estrechas relaciones de amistad con el actual presidente Porfirio Lobo.

Es en función de estos lazos de impunidad, que Facussé alienta la idea de “la solución policial-militar” para terminar con lo que él considera “extremistas infiltrados en el Aguán”.

Bajo esta premisa, es que el gobierno de Lobo ha decidido militarizar aún más la región enviando más de mil militares y policías que conforman la fuerza de tareas conjunta “Xatruch II”.

Desde el punto de vista oficial, anuncian que el Bajo Aguán se ha convertido prácticamente en zona de guerra, y acusan a infiltrados venezolanos y nicaragüenses de “estar adiestrando a los campesinos”.

Desde el lado del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), consideran dichas medidas represivas como parte de “una estrategia de aniquilamiento de las demandas populares y sobre todo de los justos reclamos de tierras para el campesinado pobre”.

El FNRP explica que “los terratenientes no ceden ante las presiones campesinas para que se entreguen tierras mal adquiridas en los años 1993-1994, con la aplicación de la Ley de Modernización Agrícola”, que el actual gobierno no quiere derogar para darle paso a un verdadero proceso de reforma agraria, como intentó Zelaya en su gestión.

A todo esto, el ministro del Instituto Nacional Agrario, César Ham, promueve la formación de un frente campesino regional en el Aguán, con el fin de separar al campesinado de las luchas del FNRP, utilizándolo con fines políticos para impulsar su candidatura desde el Partido de Unificación Democrática.

Con ese fin, dicho ministro ha puesto en la mira de sus ataques al MUCA y a otros once movimientos campesinos que reclaman tierras, criminalizando y persiguiendo su accionar.

En el último mes han asesinado a tres dirigentes campesinos del MUCA, y dos dirigentes más se debaten aún entre la vida y la muerte. También fue ejecutado el joven campesino Wilmer Javier Melgar,de 17 años de edad.

Continuamente aparecen personas asesinadas en las tierras bajo el poder de los campesinos y realizan asaltos permanentes como el ocurrido el 15 de agosto en las cercanías del asentamiento La Confianza, donde mataron por ametrallamiento a trabajadores de la Pepsi y a una mujer, Migdalia Sarmiento, que iba desde las oficinas del INA regional de Colon para la ciudad de Tocoa. La versión oficial culpó del hecho a los campesinos, pero éstos consideran esa versión como una “farsa más del gobierno de Lobo”.

Por otro lado, el avance represivo también se hace notar en el movimiento estudiantil hondureño que protesta y se moviliza contra la privatización de la enseñanza.

De acuerdo a la denuncia de organismos de Derechos Humanos, la policía hondureña aparte de golpear con sus bastones y lanzar gases tóxicos, aplica inyecciones ilegales a los estudiantes detenidos. Según especialistas, estos métodos arbitrarios pueden tener graves efectos secundarios y hasta causar la muerte.

La coordinadora del Comité de Familiares, Detenidos y Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), Berta Oliva, señaló que además de las sospechosas inyecciones, los uniformados fotografían a los detenidos y les toman las huellas dactilares, a pesar de ser menores de 18 años.

Oliva opinó que actualmente la represión en Honduras es aún peor que en la década del 80, cuando el Ejército secuestró e hizo desaparecer a más de 184 dirigentes populares.

Por último, se señala que también han recrudecido los ataques homofóbicos, apuntando sobre todo a militantes lesbianas, gays y trans, que apoyan al Frente de Resistencia. Desde el golpe del 2009, al menos 38 personas pertenecientes al colectivo LGBT han sido asesinadas.

Escrito por Carlos Aznárez.

Salida roja a Montealegre: Ruta del Gorgora

17 agosto 2011

Opositores cubanos liberados y enviados a España no se adaptan a la nueva vida.

El opositor cubano Carlos Martín Gómez y seis familiares con los que llegó en marzo iniciaron una acampada frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, en Madrid, para denunciar la expulsión del centro de acogida en el que vivían.
Este expreso fue desalojado de un centro de acogida junto a su familia tras ser acusados de supuestas agresiones físicas y amenazas al personal que trabaja para una organización humanitaria.
Como protesta desplegaron ante la sede de la cancillería varias banderas de Cuba y carteles en los que hacen “responsable” de su situación al Gobierno de España y otro que en el que aseguran: “No vinimos en patera”, en alusión a los miles de inmigrantes que en precarias embarcaciones anualmente intentan emigrar desde África a la península ibérica.
Martín Gómez niega que estuviese bebido o que amenazase con un cuchillo a alguien, porque según él eso es propio de “esa pila de negros de Sierra Leona y el Congo y de los marroquís, que solo buscan bronca en esos pisos”, tan seguro está de su inocencia que aseguró que se corta “las dos manos si soy culpable”.
Afirmó que su expulsión se debió a la denuncia pública de las “condiciones infrahumanas y de hacinamiento” en las que estaban viviendo en el centro de acogida de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (Cear).
El opositor aseguró que nunca hubo ni agresiones físicas entre ellos, ni amenazas al personal de la institución, tal y como informó en su momento Cear para justificar su expulsión junto su familia.
Fuentes de Cear, consultadas por este periódico, mantienen que los cubanos cometieron faltas consideradas como graves por las que fueron expulsados del centro que tiene esta organización en la ciudad de Málaga.
El capitalismo no es como se lo contaron
Martín Gómez señaló que un asesor del Cardenal Jaime Ortega le dio como única opción para su liberación la salida hacia España, aunque Laura Pollán, portavoz de las Damas de Blanco y esposa de uno de los 12 liberados que se quedaron en la isla, aseguró que "nadie ha obligado a ningún preso a que abandone el país".
El acuerdo de la liberación de 127 presos y su salida hacia España acompañados de 650 familiares, fue fruto de unas negociaciones tripartitas entre el Arzobispado de La Habana, el canciller español Miguel Ángel Moratinos y el gobierno cubano.
Su cuñado, Ramón, resguardado del fuerte sol bajo uno de los portales, me dice que ya se lo advirtió su padre antes de venir cuando le dijo que “el capitalismo no vale, eso solo es para los capitalistas, por eso se llama así, pero para los pobres como nosotros no sirve”.
A pesar de las críticas del derechista Partido Popular y de la administración norteamericana a las liberaciones de los presos cubanos, Carlos Martín aseguró que no reciben ninguna ayuda de esta organización política ni de la embajada estadounidense.
Los días de acampada callejeras los superan gracias a la ayuda de cubanos que emigraron por cuestiones económicas y trabajan ahora en establecimientos hosteleros de la zona, con amargura reconoce que la colonia anticastrista les ha dado la espalda ahora que han perdido su impacto mediático.
El excarcelado denunció la actitud de aquellos "hermanos cubanos" que están en España, "bien posicionados y recibiendo subvenciones del Gobierno español y se han robado toda la ayuda que también era para el resto".
Los planes que se hicieron antes de venir chocaron con la realidad de un país con más del 20 por ciento de la población sin empleo, que no entiende por qué en tiempos de recortes sociales hay que mantenerles y pagarles una manutención.
“Yo no sabía cómo era la situación aquí, porque cuando uno ve todo lo negativo que saca la televisión cubana piensa que es mentira y además en Artemisa, provincia de la que es originario, como en la mayoría de Cuba no se escucha la señal de Radio Marti eso es una cosa pa los habaneros”, señala.
Respecto a la política estadounidense hacia Cuba, afirmó que “no hay bloqueo sino embargo”, pero consideró que el presidente Obama y la CIA tienen que eliminarlo porque “no consiguió en cincuenta años derribar a la Revolución y solo sirve para que sufran los cubanos más débiles”.
Mientras continúan su protesta frente a la cancillería española, Carlos Martín Gómez considera que la solución al problema pasa por el envío del opositor y su familia a Estados Unidos o el retorno para el país de donde salieron.

Fuente: Guillermo Nova (LaRepública).