03 diciembre 2013

Thomas Sankara, la Revolución asesinada.


Presidente del Burkina Faso de 1983 a 1987, Thomas Sankara es una figura importante del panafricanismo y del tercermundismo. Su asesinato, en octubre del 1987, transformó el que apodaban el “Che africano”, en héroe popular, cuyo ejemplo simboliza todavía la sed de libertad y de dignidad para los pueblos de África.
 
Recogiendo testimonios de aliados políticos, amigos, historiadores y activistas actuales, la película recuerda el destino particular de Thomas Sankara, su legendaria integridad y su aporte a la historia revolucionaria y antimperialista.
 
Este documental rinde homenaje a su memoria, borrada de la historia oficial por quienes lo asesinaron, hace más de 20 años.
 
 

 
 

27 noviembre 2013

Contra el tráfico de mujeres y menores. Contra la explotación sexual.

Movimiento Democrático de Mujeres de España y el Movimiento Democrático de Mujeres de Portugal y otros colectivos sociales.

El Movimiento Democrático de Mujeres de España y el Movimiento Democrático de Mujeres de Portugal junto con otros colectivos feministas de derechos sociales, sindicales y organizaciones políticas de Cataluña y Francia están organizando una acción transfronteriza contra el tráfico de mujeres y la explotación sexual.
 
El día 30 de noviembre de 2013 está prevista una acción simultánea en Ayamonte (Huelva) pueblo fronterizo con Portugal y en La Jonquera (Girona) pueblo fronterizo con Francia.
 
La acción se iniciará al mismo tiempo a las 13h en ambas localidades donde se compartirá un espacio de picnic y las organizaciones podrán exponer en sus paradas materiales propios. A las 15h se producirá un corte simbólico de carreteras con la posterior lectura de un manifiesto (se adjunta).
 
La intención de las organizaciones convocantes es denunciar y hacer visible el tráfico sexual, que ya sea dentro o fuera de las fronteras nacionales. Es una violación de los derechos humanos fundamentales como el derecho a la integridad física, la igualdad, la dignidad, la salud, la seguridad o no ser sometida a prácticas de violencia, tortura e incluso asesinadas. Los principales tratados internacionales de derechos humanos, como la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), consideran el tráfico sexual una forma de discriminación sexual y una violación de los derechos humanos.
 
“La comercialización de los seres humanos como objetos sexuales, la pobreza, la desigualdad de género y las condiciones de subordinación de mujeres y niñas constituyen un terreno fértil para la trata de personas”.
 
LAS ORGANIZACIONES CONVOCANTES REIVINDICAN un marco legal a nivel Europeo y de todos los gobiernos nacionales, que contemple:

-La supresión de toda forma de represión contra las personas prostituidas.

-La regularización de inmigrantes victimas de explotación sexual, sin obligación de denuncia de las redes de proxenetas o traficantes.
 
-Una legislación que permita luchar efectivamente contra el tráfico y la explotación sexual, declarando la compra de favores sexuales como una violencia de género.

-Políticas alternativas, ofreciendo apoyo jurídico, asistencial, formación profesional y acceso a los servicios sociales a las personas víctimas de la explotación sexual, con el objetivo de ayudarlas a todas a salir y acceder a un trabajo digno.
 
-Educación escolar, así como formación de las administraciones públicas, justicia y policía, en valores igualitarios y no sexistas.

 Esta campaña se trasladará a los grupos políticos de los parlamentos de Andalucía y Cataluña. Así como, a los grupos politicos del Congreso de los Diputados y del Parlamento Europeo. También a los grupos municipales de los ayuntamientos que se quieran sumar. Lo mismo se hará desde Portugal y Francia.
 
 
 
Entidades adheridas a día de hoy:

 Associació de Naturalistes de Girona,CCOO(Girona), Comissió Unitària 28 de juny, CUP-Feministes, CUP-Girona, Dones amb ICV, Esquerra Unida i Alternativa Comarques Gironines,Front de Gauche (España),IAC(Girona), Moviment Democràtic de Dones de Catalunya, Movimiento Democrático de Mujeres de España, Movimento Democrático das Mulheres Portugal, PCE, PCF 66, Plataforma Catalana pel dret a no ser prostituïdes, Procés Constituent, PSUC VIU, UGT(Girona), UJCE, Xarxa de Dones de Girona,Xarxa de Drets Socials de Girona.
 
Para más información –
Julia Hidalgo, portavoz federal del Movimiento Democrático de Mujeres
653642059
movimientodemocraticodemujeres@gmail.com

19 noviembre 2013

El dilema imposible de la socialdemocracia europea.

Por Alberto Garzón
 
La tradición socialdemócrata suele defender, una vez abandonado el objetivo del socialismo, que es posible vivir bajo un capitalismo de rostro humano. Se acepta que el sistema económico capitalista tiene una lógica interna que provoca que cada cierto tiempo se sucedan las crisis económicas, pero a la vez se asegura que es posible evitar muchas de ellas y desde luego responder ante todas salvaguardando los pilares básicos de la economía y, sobre todo, los derechos conquistados por la lucha obrera. En términos políticos eso significa apoyar la intervención del Estado, regulando la economía a priori o con grandes desembolsos de dinero a posteriori. Desde J. M. Keynes hasta H. Minsky, la tradición teórica de la economía socialdemócrata ha tenido claro que era posible alcanzar un equilibrio entre la lógica del capitalismo y la satisfacción de las necesidades básicas de los seres humanos. En definitiva, la tesis es que es posible domesticar al capitalismo salvaje.
 
Sin embargo, los partidos socialdemócratas actuales llevan años en una deriva confusa. Convertidos a una suerte de socioliberalismo, no hay partido político socialdemócrata que se atreva a día de hoy a hacer suyos programas políticos como los de la socialdemocracia clásica de O. Palme o F. Mitterrand de los años ochenta. La crisis del llamado capitalismo dorado, o época dorada del capitalismo, se llevó por delante el peso práctico con el que había contado la tradición socialdemócrata.
 
Lo que algunos sostenemos es que la socialdemocracia no puede sobrevivir en un contexto socioeconómico donde se dan alguna de estas dos condiciones: a) una arquitectura institucional que consolida un estado de economía financiarizada, y b) un modelo de crecimiento económico dirigido por las exportaciones.
 
La tendencia hacia la desigualdad.
 
Desde la década de los ochenta, y debido al contexto de aplicación de las políticas neoliberales, uno de los efectos más llamativos en todas las economías ha sido el incremento de la desigualdad medido a partir de la distribución funcional. En concreto, la participación salarial en la renta ha decrecido sistemáticamente en todas partes del mundo, con su inverso en el crecimiento de la participación de los beneficios en la renta. Este fenómeno no es de ninguna forma anecdótico, ya que tiene severas implicaciones en la forma en la que operan las economías capitalistas. De hecho, la economía política siempre se ha preocupado de las cuestiones distributivas no por ánimo moralista sino porque afectan a la dinámica de crecimiento económico y de crisis capitalista.
 
 
La razón fundamental está en que las rentas salariales son no sólo un coste para las empresas, sino también la principal fuente de demanda. Sin suficiente demanda, los empresarios no pueden vender su producción y el sistema colapsa. Algo que el empresario estadounidense H. Ford supo ver cuando en 1914 decidió incrementar los salarios a sus trabajadores para facilitar que comprasen los propios productos que la empresa fabricaba.
 
El llamado capitalismo dorado o de posguerra parte de esa premisa: un pacto capital-trabajo en el que ambas partes colaboran cooperativamente bajo un sistema win-win (donde todos ganan). Tal sistema sólo puede funcionar en la medida que se produce un continuado incremento de la productividad, lo que permite a su vez que crezcan tanto los beneficios como los salarios[1]. Sea por el potencial de crecimiento (debido a la necesidad de reconstruir un mundo destruido por la guerra) o sea por las nuevas capacidades tecnológicas (estrechamente vinculadas a la industria militar), el capitalismo de postguerra permitió un pacto capital-trabajo en las sociedades capitalistas.
 
Este sistema, con todos sus rasgos internacionales (desde los financieros hasta los geopolíticos), se vino abajo en torno a la década de los ochenta. Algunas corrientes teóricas lo interpretan como resultado del excesivo poder de los salarios, cuyo crecimiento provocó el estrangulamiento de los beneficios y en consecuencia acabó con la inversión y la creación de empleo. Otras corrientes lo achacan a problemas derivados del agotamiento de las expectativas de inversión por razones inherentes a la dinámica capitalista. Se acepte una versión u otra, lo cierto es que el nuevo contexto institucional –las nuevas reglas de juego- quedaron marcadas por una interpretación neoliberal de la crisis. A saber, el problema residía presuntamente en el excesivo intervencionismo del Estado en los mercados y en la fortaleza negociadora de los sindicatos, razón por la cual la solución radicaba en la reducción de ambos aspectos.
 
El aspecto laboral fue clave. La lucha encarnizada contra los sindicatos, reduciendo su capacidad negociadora, junto con la propia dinámica del sistema (que terciarizaba la economía, dejando en segundo lugar las fuertes industrias con grandes masas de trabajadores afiliados a sindicatos), llevó a un reparto cada vez más desigual de la tarta. El pacto capital-trabajo se deshacía en pedazos. La experiencia del plan Meidner, en la Suecia más socialdemócrata de toda la historia, representó dramáticamente toda la época.
 
La Financiarización y las nuevas reglas de juego.
 
Una reducción de las rentas salariales en todas partes del mundo provoca un efecto contradictorio. En primera instancia las empresas ven aumentado su margen de beneficio, ya que sus costes laborales se reducen. Eso podría estimular la inversión, y es lo que predice la teoría neoclásica dominante. Pero en segunda instancia, y al ser la reducción de costes laborales un fenómeno generalizado, también se reduce la demanda total y en consecuencia la rentabilidad de la inversión. A una empresa puede convenirle que sus propios trabajadores cobren menos (y así la empresa gana más) pero es imposible que le convenga que los trabajadores del resto de empresas vean igualmente mermados sus salarios (dado que son su fuente de mercado). La contradicción central del capitalismo, la relación capital-trabajo.
 
El problema que emerge es que faltan fuentes de demanda, y que donde antes había salarios que creaban mercado ahora no hay nada. Las teorías económicas marxistas han situado al gasto militar y a los mercados externos como posibles fuentes sustitutorias y complementarias para este problema. La idea es que si no hay suficientes fuentes, hay que crearlas. Una guerra, un plan de estímulo económico o una colonización permite ampliar los mercados. También las privatizaciones son una forma de ampliar mercados para la esfera privada (ya que desplazan a los ciudadanos desde lo público hacia lo privado). Las teorías del imperialismo (desde J. A. Hobson hasta V. Lenin, pasando por R. Luxemburgo), o la llamada acumulación por desposesión (de D. Harvey) son resultado de esta interpretación. Y toda la base del keynesianismo se encuentra igualmente aquí.
 
Ahora bien, en el contexto de la globalización neoliberal, donde se han multiplicado los sujetos económicos que compiten al máximo nivel en el mercado mundial (a diferencia de la época de postguerra), otra fuente de demanda puede emerger también en las finanzas. Efectivamente, la poca demanda existente en la economía real puede ser compensada con las burbujas financieras. Gracias a unas nuevas reglas de juego, resulta mucho más rentable invertir en los mercados financieros (deuda pública, deuda privada, acciones, futuros…) que en la economía real (industria, turismo…), todo lo cual estimula igualmente el crecimiento económico. Con el riesgo, comprobado está, de la inestabilidad financiera asociada y de la emergencia sistemática de crisis financieras derivadas de los estallidos de las burbujas. La crisis de las puntocom a principios del siglo XXI o de la reciente crisis de las hipotecas subprime son buenos ejemplos de ello.
 
La financiarización, resultantemente, no requiere la existencia de un pacto capital-trabajo. El capital encuentra rentabilidad en sus propios espacios creados ad hoc, y no necesita de la demanda salarial más que de forma indirecta. En este contexto, la desigualdad está íntimamente asociada a la llamada financiarización (predominio de las finanzas) y a la crisis.
 
El modelo de crecimiento económico dirigido por las exportaciones.
 
Además, la financiarización de la economía mundial ha permitido a muchas economías capitalistas esquivar la crisis que hubiera provocado, en distinto contexto, la desigualdad creciente. Así, economías como España, Grecia o Portugal han podido crecer económicamente a ritmos elevados a pesar de mostrar cada vez mayores desigualdades en la distribución funcional de la renta. La razón está en que sus fuentes de demanda efectiva han sido virtuales, como demuestra el creciente endeudamiento privado que ha permitido a la burbuja inmobiliaria seguir manteniéndose hasta su pinchazo (y que ha dejado tras éste un enorme reguero de deudas, en gran parte asumidas por el Estado).
 
Así, el crédito ocultaba una realidad subyacente mucho más dramática a la vez que permitía a la economía crecer a tasas suficientemente altas como para crear un empleo (vinculado, en todo caso, a la propia burbuja inmobiliaria y su dinámica). Surgida la crisis, el modelo estalla y el modelo de crecimiento económico dirigido por el crédito se agota.
 
Desde entonces, la troika y los gobiernos europeos están tratando de recomponer al capitalismo a partir de otros fundamentos distintos, con otro modelo de crecimiento económico. Estamos ante otro cambio histórico similar al de los años ochenta, y basado en la agudización de lo que entonces ocurrió. Otra vuelta de tuerca neoliberal.
 
En este caso la idea pasa por instaurar un modelo de crecimiento económico dirigido por las exportaciones, es decir, donde éstas tengan un papel primordial en el crecimiento económico. Para ello se requiere, en primer lugar, que las exportaciones sean superiores a las importaciones. Y, en segundo lugar, que se alcancen nichos de mercado donde las empresas españolas sean altamente competitivas. El modelo de referencia es el alemán.
 
Alemania comenzó desde inicios de siglo, y precisamente bajo gobierno socialdemócrata, una política de corte neoliberal que logró modificar el modelo de crecimiento económico hacia un modelo dirigido por las exportaciones, a la par que agudizó la desigualdad interna (todo lo cual ahogó la demanda interna).
 
 
Pero en lo que a este artículo respecta hay una implicación política mayor. En la medida que este modelo implica la búsqueda de fuentes de demanda externas, entonces no es necesario reponer un pacto capital-trabajo para mantener el crecimiento económico. Es más, de hecho cualquier tipo de colaboración entre capital y trabajo es un obstáculo para la consecución y mantenimiento de un modelo que requiere una lucha competitiva en el límite, y fundamentalmente a partir de un incremento constante en la explotación laboral –traducida en incrementos de la jornada laboral, reducciones salariales y otros aspectos propios del neoliberalismo… y del siglo XIX-.
 
El modelo que se busca, que a veces se etiqueta de neomercantilismo, tiene sustraída la posibilidad de generalizarse y, en consecuencia, aboca a muchas economías a la crisis permanente. Pero en aquellos países donde puede triunfar aunque sin convertirse ellos mismos en los líderes de la manada, el modelo impone unas transformaciones sociales profundas que, aún permitiendo al capitalismo sobrevivir, no es compatible con los derechos laborales, civiles ni democráticos. Es decir, no hay espacio para el capitalismo domesticado. No hay espacio para la socialdemocracia.
 
Por estas razones, en este marco y en esta época histórica la socialdemocracia no puede ser socialdemocracia sino, a lo sumo, socialiberalismo. Esto es, una versión difuminada y orientada fuertemente a la derecha de lo que fue el espejismo socialdemócrata de los años de posguerra. La socialdemocracia, sencillamente, no puede volver. Está condenada a un ejercicio de pragmatismo, al haber asumido las reglas impuestas, que la llevará de facto hacia el neoliberalismo. Una frasco de izquierda para envolver el virus neoliberal. Lo único que puede volver, y con qué fuerza, es el capitalismo salvaje. O su freno racional, el socialismo.

[1] Para una breve explicación, pero espero que útil, considérese la lectura de este enlace: http://www.agarzon.net/introduccion-a-la-economia-iii-productividad-beneficios-y-salarios/

15 noviembre 2013

XIX CONGRESO DEL PCE: ENTREVISTA A JOSE LUIS CENTELLA.


José Luis Centella (Córdoba, 1958) será reelegido este fin de semana secretario general del Partido Comunista de España (PCE) aunque eso es casi la anécdota del XIX Congreso que se abre esta tarde en Madrid.
 
El 'número dos' de Cayo Lara en IU afronta la asamblea con tranquilidad y con la esperanza de que el debate sirva para lanzar un mensaje claro de dónde se quiere posicionar el PCE en temas clave como la deuda, Europa, el proceso constituyente o la regeneración democrática. 
 
Algunas de las tesis que se defenderán de aquí al viernes son distintas a la política general de IU, lo que de alguna manera da aire a un PCE que, como reconoce el propio Centella, pasó por una situación complicada pero que ha crecido con su presencia en el conflicto social. "Estar en el tajo", que lo llama el secretario general, ha sido la clave de un trabajo que prefiere no se personalice en él, sino en la organización como colectivo.
 
El pasado miércoles, en un receso durante el debate sobre los Presupuestos Generales para 2014, atendió a Público en las dependencias de la Izquierda Plural del Congreso de los diputados.

 
PREGUNTA: Póngase una nota del 0 al 10 en sus primeros cuatro años al frente del PCE.
 
RESPUESTA: Si me tuviese que valorar en lo personal diría un no sabe, no contesta, pero como colectivo me pongo un siete. Por la personalidad que tengo, si algo ha caracterizado mi mandato es que ha sido colectivo.
 
P: Nada más ser elegido secretario general le dijo a los suyos que la prioridad debía ser promover la movilización en la calle y tratar de vencer la batalla ideológica al capitalismo. ¿Han ganado o han perdido?.
 
R: Hemos ganado en unas y hemos perdido en otras porque la mayoría absoluta del Partido Popular pesa mucho. Cuando dije eso hace cuatro años era más una voluntad, el PCE era una fuerza política que en aquel momento tenía dificultades y poco espacio. Pero se ha avanzado en cuanto al convencimiento de que esta lucha hay que ganarla en la calle y hoy se puede afirmar que el PCE ha estado en las movilizaciones junto con otras organizaciones, nunca buscando protagonismos pero sí aportando nuestra gente y nuestra ayuda, para dar la batalla y conseguir una salida social de la crisis.
 
P: ¿El PCE se ha modernizado o la crisis económica, política y social ha provocado que las tesis del comunismo estén más vigentes que nunca?.
R: La palabra modernizar es una aberración, el PCE no tiene que modernizarse, sino ser capaz de ganar influencia en la gente. El marxismo plantea como uno de sus elementos fundamentales el análisis de la realidad concreta en un momento concreto y por tanto el PCE necesita situarse en el siglo XXI, tiene que dirigirse a la clase obrera del siglo XXI y adoptar las formas de lucha propias del siglo XXI, lo que no choca con las formas de lucha clásicas como puede ser la huelga general.
 
P: ¿Cuáles son esas luchas del siglo XXI?.
 
R: Son las que parten de una capacidad de organizar a la gente frente a las agresiones del capital, las que generan un mecanismo de autodefensa, de solidaridad, de alternativa que va más allá de la confrontación política. Por ejemplo, las redes de solidaridad, que se organizan en torno a cooperativas de consumo, a través del autoempleo, que protegen a las personas que más están sufriendo la crisis. También, la desobediencia civil. Son formas de nuevas de lucha que se complementan con las clásicas.
 
P: ¿Cuál es el reto del PCE para estos próximos cuatro años?.
 
R: La prioridad número uno es darle la vuelta a la hegemonía del capital su salida antisocial de la crisis, que la están pagando los que menos culpa tienen, los trabajadores. Otro reto es conseguir una mayor unidad de la izquierda: la izquierda social, la política y la sindical. Unidad, que no tiene que significar uniformismo, cada uno debe trabajar en su ámbito, pero sabiendo que todos formamos parte de la misma lucha.  
 
P: Los movimientos sociales y la izquierda política han dado pasos en ese sentido, ¿cree que los sindicatos han afrontado la crisis como debían?.
 
R: Es cierto que los sindicatos han resultado muy afectados por la crisis, aunque soy muy respetuoso con ellos. Yo soy militante de CCOO y estoy muy orgulloso. Todos, 15-M, izquierda y sindicatos tenemos que ser muy autocríticos con cuál ha sido nuestra evolución, pero la autocrítica nunca puede ser ataque. Efectivamente, los sindicatos tienen que hacer una reflexión de cómo se hace el sindicalismo del siglo XXI, un sindicalismo que para mi tiene que ser sociopolítico, reivindicativo, de clase, pero todos somos fundamentales y cuando la derecha ataca a los sindicatos como lo está haciendo yo hago piña para defenderlos. Espero lo mismo de ellos cuando nos ataquen a nosotros.
 
P: El Congreso que empieza hoy se plantea como el del debate y las propuestas, ¿en qué se centrarán?.
 
R: Hace un año dijimos que queríamos hacer un Congreso de propuestas, no de identidad. No vamos a ver quién es más o menos comunista, cosa que nos ha pasado en otras ocasiones. Por eso hay varios bloques que queremos resaltar. Sobre economía queremos dar una alternativa al neoliberalismo y contraponer ideas: por ejemplo, frente a las privatizaciones, sector público; frente al mercado, la planificación democrática de la economía. Esta propuesta económica va ligada al modelo de Unión Europea, vamos a plantear que no hay posibilidad a una salida social de la crisis en el marco actual del euro y a poner de manifiesto como esa UE sólo se preocupa de garantizar los beneficios de la banca y del capital.
 
P: Entiendo que es una postura muy similar a la del Partido de la Izquierda Europea, es decir, que hay que refundar Europa y democratizar las instituciones europeas pero con el euro, ¿O el PCE  es contrario a la permanencia en el euro?.
 
R: Nosotros somos un poco más audaces que el Partido de la Izquierda Europea. No decimos que haya que refundar las instituciones, sino que hay que hacer otro proceso de integración territorial y ahí tenemos América Latina como ejemplo del que se puede aprender. Ellos tienen incluso una moneda comunitaria, que es el sucre, pero que no sirve de moneda de cajero, sino para hacer transacciones entre los países y hacer de contrapeso al dólar. Si hablamos de refundación, hay que hablar de la refundación de Europa superando la Unión Europea.
 
R: Después, sobre la moneda, no creo que el sí o no al euro sea el debate de este Congreso. El debate es cómo acabamos con el euro porque hoy en día es una losa. Ahora mismo no es posible una moneda única porque no se cumplen las condiciones adecuadas. La moneda única es la culminación de un proceso, no el inicio de un proceso porque lo que ocurre al final es que, por ejemplo, nos equiparamos en precios y no en salarios. Nos equiparamos en lo negativo y no en lo positivo. Todo esto ya lo decíamos con el Tratado de Maastricht y la gente nos miraba como si estuviéramos locos.
 
P: ¿Y sobre el pago de la deuda, en qué orilla está el PCE?.
 
R: En la que apoya enfrentarse a la deuda, que es lo que hoy provoca que no haya políticas sociales en este país. Con sólo dejar de pagar 10.000 millones de euros de los 36.000 millones que el Gobierno destina al pago de intereses se podrían duplicar las inversiones.
 
Estamos a favor de la auditoría ciudadana de la deuda y que se declare ilegítima porque esa deuda surge del sector privado. Nosotros no somos unos ilusos y unos irresponsables, siempre pongo los ejemplos de los Gobiernos latinoamericanos que han sido valientes y que hasta que no empezaron a combatir la deuda externa no empezaron a respirar.
 
Como me dijo una vez el presidente Correa, cuando uno le debe 3.000 euros al banco, el problema es de uno. Cuando uno le debe 30.000 euros al banco, el problema lo tiene el banco. El Gobierno es el que tiene el poder y el que puede llegar un día y decir que vamos a renegociar la deuda. Eso permitiría hacer una economía de verdad, para la gente.
 
P: ¿Qué plantearán en el ámbito político?.
 
R: Pues que no puede haber una alternativa social y anticapitalista que no sea democrática y en eso el PCE tiene experiencia. Igual que salimos a la calle en los años cuarenta, cincuenta, etc.... queremos salir ahora mismo a la calle para defender la democracia. Vamos a hacer propuestas que van a la raíz del tema, los partidos, para que sean más democráticos y más participativos. Vamos a hacer hincapié en el control. Control a través de la revocabilidad y la rendición de cuentas. Un cargo público que sale elegido por cuatro años no puede tener un cheque en blanco y tiene que haber mecanismos para que la ciudadanía pueda revocarle si no cumple con sus promesas. Es necesario un mecanismo de rendición de cuentas y evaluación anual y esto afectaría por igual a un diputado, a un secretario general o a cualquier dirigente político.
 
También debe haber un control de los programas. Lo mismo que hay un Tribunal de Cuentas y un Tribunal Constitucional tiene que haber un Consejo que haga un seguimiento de los programas. Cuando alguien presenta un programa está firmando un contrato, que debe ser evaluado y si no se cumple eso tiene que tener consecuencias. Es una desvergüenza cuando Rajoy dice que no conocía lo que había en España. Cuando uno se presenta a unas elecciones tiene que conocer la realidad y si no, no puede prometer ciertas cosas en un programa.  
 
Esto al mismo tiempo tiene que permitir la participación, los ciudadanos deben tener la posibilidad de ser escuchados en esta casa. El Parlamento no puede ser un edificio rodeado de vallas, tiene que ser la casa del pueblo. Aquí existe una Comisión de Peticiones y cuando haya un proyecto de ley, un conflicto social, los ciudadanos tienen que saber que pueden venir a decir lo que piensen. La participación directa es lo único que puede resolver el divorcio entre la ciudadanía y la política. Se trata de recuperar la política de la democracia.
 
P: ¿Puede ser más concreto, cómo se articularían las revocaciones?.
 
R: Nosotros queremos plantear el debate. El concepto es que, por ejemplo, si yo tengo 90.000 votos en Sevilla y alguien recoge 90.000 firmas, podría hacer un referéndum revocatorio sobre mi gestión como diputado. La articulación no es sencilla y pasa como con otros elementos de participación directa, hay que regularlo bien porque si no, al final podemos generar un esperpento. Primero hay que tener bien clara la idea y después darle la forma jurídica óptima para que no dé lugar a ningún tipo de abuso. De lo que se trata es de reforzar la democracia. Ahora mismo nuestra democracia se rige por el ‘usted vote, que ya me encargo yo de gestionar durante cuatro años' y por una economía que no se decide en el Parlamento sino en el Banco Central Europeo. Queremos otro concepto de democracia.
 
P: Imagino que es aquí donde entra a debate el proceso constituyente.
 
R: Haremos una propuesta de ruptura con el bipartidismo monárquico, que intenta perpetuarse detrás de una Constitución que para muchos es un mito pero que en realidad es una mera fachada. Fachada porque PP y PSOE se han encargado de modificarla, como pasó con el Artículo 135, con el que supeditaron la economía al pago de los intereses de la deuda en lugar de al interés general. Vamos a plantear la aglutinación de toda la izquierda alternativa frente a ese pacto constitucional monárquico bipartidista y la necesidad de iniciar un proceso constituyente en el que la ciudadanía pueda plantear y votar una nueva Constitución. La del 78, simplemente por una cuestión de edad, hay millones de personas que no la votaron.
 
P: De los cuatro cimientos que sustentan ese pacto, es decir, monarquía, poder económico, bipartidismo e Iglesia, ¿cuál cree que caerá primero?.
 
R: Creo que caerán juntos y seguramente el último será la Iglesia por una cuestión histórica. La monarquía no puede mantenerse sin la monarquía y viceversa. Se necesitan mutuamente y se retroalimentan, de ahí que la principal conclusión de la Conferencia Política del PSOE sea que no cuestiona el pacto constitucional, que es el que le une al PP en defensa, por ejemplo, de la ley electoral, como se ha podido ver en Asturias; que le une al PP en la configuración del Consejo General del Poder Judicial; y por el que el PSOE no vota en contra de la sección que habla de la Casa Real en los Presupuestos del Estado. Cuando caiga uno caerán los demás.
 
P: ¿Ve similitudes entre el proceso de convergencia iniciada por IU y la integración del PCE en IU en 1986?.
 
R: Son épocas históricas distintas aunque es cierto que la base es la misma. El PCE y otros grupos llegamos a la conclusión en el año 86 de que la política sobrepasaba a los partidos clásicos y que había que formar estructuras que fuesen no de partido. De hecho IU nace como un movimiento político y social. Eso durante un tiempo entró en crisis, porque IU se convirtió como un partido y además mal organizado. En estos momentos se trata de recuperar el valor de la política, la participación, lo programático, más que lo matemático.
 
La similitud que hay es el germen, la diferencia es que son tiempos diferentes. En aquel momento había más estructuras de partidos y hoy hay más fuerza en los colectivos sociales. Sí que había una gran diferencia con respecto ahora y que ninguno hemos sido capaces aún de entroncar. En los ochenta las asambleas eran presenciales, mientras que ahora cada uno puede estar elaborando un programa en su casa y luego ponerlo en común a través de la red o reunirse en el último momento.
 
Eso es algo que habrá que incorporar. No hablo de poner la democracia en función de internet, como algunos llegarán a plantear, para mí eso es un error porque habrá mucha gente que se quede sin participar, pero sí de incorporar lo que nos dan las nuevas tecnologías.
 
P: ¿El candidato de IU para las europeas lo pondrá el PCE o lo pondrá IU?.
 
R:El PCE no lo pondrá, no lo ha puesto nunca y creo que tampoco lo va a poner IU, lo pondrá el colectivo. Además, nosotros no tenemos candidatos, tenemos candidaturas. No hay un cabeza de lista, habrá una lista que además va a ser muy plural.
 
P: ¿Estaría a favor de que Willy Meyer siguiera en esa lista?.
 
R: Yo creo que Willy Meyer ha hecho un gran trabajo, pero repito, la candidatura la elegirá el colectivo y no estamos aún en esa fase. Lo importante ahora mismo es el programa, las alianzas y, después, elaborar la candidatura para poner en práctica ese programa.
 
P: ¿Se ha convertido el PCE hoy en una especie de laboratorio de ideas para IU?.
 
R: No es un laboratorio de ideas de IU, el PCE no es ninguna fundación. El PCE es un partido que, salvo en el tema institucional, ejerce todas sus competencias. Es verdad que una labor importante es aportar ideas, no solamente a IU sino también a los sindicatos, a los movimientos sociales... Pero otra parte importante está en el conflicto, nosotros no seríamos el PCE si no estuviésemos en las huelgas generales, en las mareas o en los barrios. Eso es fundamental, no sólo aportar ideas, hay que estar en el tajo.
 
P: ¿El debate 'IU sí, IU' no está cerrado del todo?.
 
R: Sí, pero más que cerrado, es un debate superado. En este Congreso vamos a plantear de hecho que todos los militantes del PCE estén en IU. Hace cuatro años hubo una apuesta valiente cuando decidimos mantenernos dentro de IU hoy la realidad nos ha dado la razón.
 
P: ¿Y las disputas han terminado?.
 
R: No, pero están en otro nivel. En cualquier colectivo humano hay tensión, pero sí es verdad que hoy estamos muy a gusto en IU y que no hay ninguna confrontación dramática. Esto no quiere decir que no haya debate, el propio funcionamiento de la Izquierda Plural ayuda y creo que demuestra que la izquierda puede trabajar junta, incluso cuando éramos gente que hace ocho años estábamos peleándonos. Desde luego el dramatismo de los debates se ha terminado, no digo que no haya disputas, pero el dramatismo sí ha terminado.
 
P: ¿Entonces qué opina de lo que está pasando en la Federación de Izquierda Unida en Madrid? ¿Qué responsabilidad tiene el PCE en ello, si es que cree que tiene alguna?.
 
R: Todos tenemos responsabilidades pero hay que resolver los conflictos por la vía del diálogo y del acuerdo. En eso vamos a trabajar y en eso voy a trabajar.
 
P: ¿Se compromete personalmente a trabajar por resolver la situación?.
 
R: A trabajar en función del acuerdo y de la síntesis porque todo el mundo se referencia hoy en la dimensión federal. Yo sé que se arrastran años de divergencias pero hay que superarlos desde lo positivo porque hay muchas más cosas que unen a la gente de IU en Madrid que las que los separan. Y sobre todo hay mucha gente en la calle esperando a que hablemos de política y no de nosotros mismos.
 

06 noviembre 2013

Siempre que el PSOE se hunde nace una Nueva Izquierda.

Por Juan Carlos Monedero.
 
Invariable. Con la precisión de un reloj suizo hecho en China. Con escrupulosa exactitud. No falla (aunque sea barato).  Basta la marca. Lo decía Galbraith: la memoria de los timos piramidales dura una generación. Aquí, con tan poca memoria para la historia democrática, olvidamos también más deprisa. Y ahí tenemos otra vez el mismo guión gastado. Ahora esa izquierda dice que es abierta. Antesdeayer, carrillista. Ayer era el PDNI. De ahí vino Diego López Garrido. El que dijo como portavoz del PSOE que no hacía falta someter a referéndum la reforma del artículo 135. El derecho constitucional también es muy abierto. Como esa izquierda. Lejos de nosotros la funesta manía del chiste fácil.
 
Cada vez que al PSOE le crujen las costuras surge una Nueva Izquierda. De sus crisis, el PSOE no sale nunca por la izquierda, con una propuesta ideológica que logre enamorar a una ciudadanía hastiada de las mismas caras diciendo lo mismo o caras diferentes diciendo igualmente lo mismo. De las crisis sale renunciando al marxismo, defenestrando a Borrel, gritando a los cuatro vientos su fe atlantista y europeísta y, sobre todo, trayendo a sus filas a gentes provenientes del entorno ideológico allende sus filas. Vamos, del entorno del PCE y, ahora, de Izquierda Unida. Si sube la izquierda no socialdemócrata ¿para qué demonios hicimos una transición y una ley electoral tan amañada?.
 
Ahora entendemos mejor el artículo de Baltasar Garzón defendiendo a Felipe González y la Transición. Estas cosas se anuncian un día pero se gestionan paso a paso. Siempre hay que hacer gestos de buena voluntad. Entonces, viene el juez Garzón y dice que Felipe González ya no es Mister X sino que es un hombre preclaro de esos que aparecen solamente una vez cada cien años. Como decía Neruda de Bolívar. Y de paso, rescata también a Fraga. Las estrellas brillan mucho porque están acabándose. Por eso, con una mano exhumas fosas y con la otra insultas la memoria de las víctimas –las que murieron luchando contra el fascismo y su promesa de dictadura- diciendo que Fraga nos hizo a todos más demócratas. Así no salimos del foso en el que estamos.
 
Por qué Llamazares deja a su “entorno” hacer todo esto no lo entiendo. Es uno de los escasos referentes de la izquierda, pero parece empeñado en tirar por la borda lo construido. Los intentos desesperados del “entorno” por hacerse un hueco terminan dando la sensación de que él también está desesperado. Aunque en estos asuntos, hablar del “entorno” es peligroso. Por culpa del entorno se cerraron periódicos y se encarceló y torturó a gente. Luego vinieron los jueces europeos a decirnos que eso no se hace. Pero esa Europa es menos atractiva. No entiende nuestros entornos. Los entornos son lábiles, como la opinión pública, la mayoría silenciosa o la intención de voto. Cambian con el viento. ¿Cómo que el rector de la UCM, José Carrillo, se acerca al PSOE? No. Siempre lo ha sido. ¿Cómo es que se acerca al PSOE quien ha sido asesor del PSOE? Es curioso ver cómo los que ya estaban vuelven a estar sin haberse ido. Bucles curiosos. ¿Por qué no anunciar que Rubalcaba vuelve al partido? Las necesidades de los entornos todo lo enturbian. Estas cosas siempre se pactan en grupo. En un momento de crisis tan recia ¿tiene nadie derecho a ser tan chapucero? Los entornos ya no son lo que eran. Enrique Curiel se hizo enterrar con la bandera del Partido Comunista. El PSOE no le dejó ser diputado pese a habérselo prometido. La dirección del PCE no fue al sepelio. El PSOE traicionó sus promesas. ¿Es que no vemos que tenemos que cambiar esta manera de hacer política?
 
Claro que hay que unir a la izquierda. En eso anda buena parte de la gente decente de este país. Pero operaciones de mercadotecnia como la que ha puesto en marcha el “entorno de Llamazares” frenan los análisis e impiden la autocrítica. Cansa.  ¿Otra vez darle cuerda a un PSOE cuya máxima renovación viene de gente que nunca ha trabajado fuera de la política -basta mirar los cambios en Andalucía- o de gente que desde hace décadas está trabajando en la política? Con esta dirección del PSOE que firmó con el PP la reforma del artículo 135 y no ha mostrado ni asomo de enfrentar radicalmente a la Troika ¿qué lejos quiere llegar nadie que se sitúe en espacios reales de transformación? Otra vez, como viene siendo común desde 1975, el PSOE se alimenta ideológicamente sólo del miedo que despierta el PP. El fin del guión suena manido: los dos grandes partidos pactando la continuación del bipartidismo, la sumisión a los mandatos europeos, la continuación del Concordato, los recortes sociales, las leyes contra los inmigrantes o la defenestración de los federalistas (que Alfonso Guerra ya ha hablado). ¿O no llevamos 30 años diciéndole al PSOE que los asuntos de España se solventaban de manera federal? 
Maldita mala memoria.
 
 
El que no haya ido a votar con la nariz tapada nunca que tire la primera piedra. O que vuelva a tocar la misma puerta donde viven los que no pueden sino volver a hacer lo mismo que vienen haciendo. ¿O alguien cree que basta estar fuera del poder para realmente cambiar los presupuestos ideológicos? Esos los cambian la necesidad de los pueblos. Anden pues con cuidado: de tanto taparse la nariz al final surgen graves problemas respiratorios que pagamos todos.

03 noviembre 2013

El fracaso del socialismo liberal.

Vicenç Navarro – Comité de Apoyo de ATTAC España.
 
Ya en 2006, predije qué era lo que ocurriría en España y también lo que le pasaría al partido mayoritario de las izquierdas españolas, el PSOE. En mi libro El subdesarrollo social de España: causas y consecuencias, escrito aquel año, hice una crítica del pensamiento económico del PSOE, prediciendo lo que pasaría y ha pasado. La caída casi en picado del apoyo popular al PSOE a partir de la crisis (y lo que es más importante para explicar el declive, a partir de la respuesta del equipo económico a la crisis) era totalmente previsible.
 
En lugar de alegrarme de haber acertado en mis estimaciones, me apena llevar razón, pues hubiera sido mejor para el país que yo estuviera equivocado. Las consecuencias de lo ocurrido para España han sido enormemente negativas. En realidad la respuesta del equipo económico del gobierno Zapatero a la crisis preparó el terreno para el desarrollo de las políticas neoliberales del gobierno Rajoy. El camino a seguir lo estableció el gobierno Zapatero, aunque el gobierno Rajoy lo haya transformado en una autopista muy ancha, con cinco carriles, por los cuales pasan todas las políticas más duras del neoliberalismo.
 
Ni que decir tiene que el gobierno Zapatero dio pasos positivos, y algunos muy positivos, en las áreas de defensa de los derechos humanos, de igualdad de género y también en varias áreas sociales. Pero, en las áreas económicas su comportamiento y respuesta era de libro de texto liberal. Esta doctrina económica quedaba bien plasmada en el libro titulado De nuevo socialismo del que era mentor en economía del candidato y más tarde Presidente Zapatero, el economista Jordi Sevilla.
 
En el libro, Jordi Sevilla subrayaba la necesidad de bajar impuestos, establecer un tipo único de gravamen, quitar énfasis de las políticas redistributivas, no subir el gasto público, liberar lo que llamaba las energías del sector privado y priorizar el mercado como sistema de reparto de recursos mejor que la intervención pública. Este libro utilizaba un discurso, una narrativa y una argumentación idénticos a los utilizados por los autores de inclinación liberal, a la que debería referirse ahora como neoliberal por su dureza. El famoso discurso del Presidente Zapatero en el que sostuvo que “es de izquierdas bajar impuestos”, dado en el año 2005, derivaba directamente de ese pensamiento económico (ver el capítulo 1.3 “El debate sobre la estrategia socialista: el nuevo socialismo” de la cuarta parte de El Subdesarrollo Social de España, páginas 276-283).
 
Al discurso del Presidente Zapatero siguió la reforma fiscal de 2006 que rebajó sustancialmente los impuestos, creando, en 2008, un agujero en las cuentas del estado de nada menos que 27.223 millones de euros, que se intentó tapar, al iniciarse la crisis, a base de, entre otras medidas, la congelación de las pensiones. En realidad, el ahorro que el gobierno Zapatero intentó conseguir con esa medida (1.200 millones de euros) se hubiera podido conseguir revirtiendo la bajada del impuesto de sucesiones (2.552 millones de euros), la del impuesto de patrimonio (2.100 millones) y/o la de impuestos de las personas que ingresaban más de 120.000 euros al año (2.500 millones de euros).
 
Jordi Sevilla había incluso propuesto la introducción de seguros privados en la sanidad pública, a fin de corregir los déficits de gasto público existentes en el sector sanitario. El impacto de esta medida hubiera facilitado la polarización por clase social de la sanidad pública española, tal como ocurre en Catalunya.
 
La línea liberal aparecía también en las posturas defendidas por Miguel Sebastián, coordinador al principio del programa electoral económico del PSOE y más tarde asesor económico del Presidente Zapatero, antes de pasar a ser Ministro de Industria. Coincidiendo con Jordi Sevilla, subrayó en varias ocasiones (ver su artículo en El País. 14 de abril de 2002) la necesidad de bajar impuestos y no aumentar el gasto público, lo cual significaba que España continuaría siendo uno de los países de la eurozona con menos ingresos al estado y menos gastos en su estado del bienestar. Las propuestas de no aumentar el gasto público de Jordi Sevilla y Miguel Sebastián se hacían en uno de los países, España, con el gasto público (incluido el social) por habitante más bajo de la UE-15, el grupo de países con un desarrollo económico similar al de España.
 
Por si fuera poco, Miguel Sebastián, en una entrevista en El País (21 de septiembre de 2003), indicó que estaba totalmente en contra del intervencionismo público. Y, mostrando un notable desconocimiento de la realidad estadounidense, se refería al Partido Demócrata (al cual atribuía políticas económicas anti intervencionistas) como modelo para el PSOE. En realidad, el gobierno federal de EEUU es el gobierno más intervencionista de los países de la OCDE, el grupo de países más ricos del mundo. A través del sector militar, el gobierno federal ha configurado la economía estadounidense. Como bien dijo en su día el Secretario de Defensa de nada menos que la Administración del Presidente Reagan, el Sr. Caspar Weinberger, “el gobierno federal de EEUU tiene la política industrial más avanzada de la OCDE”. Ambos partidos, el Demócrata y el Republicano coinciden en ello. El sector militar industrial está en el centro de la economía estadounidense. Y este sector está dirigido por el estado, gestionado por la Administración Pública. Esto ocurre tanto con las Administraciones Republicanas como con las Demócratas. En realidad, este sector es incluso mayor con la Administración Obama que lo que lo ha sido con Administraciones anteriores.
 
Su otro comentario en la misma entrevista, señalando el estado del bienestar estadounidense como un referente político para España, también refleja su escaso conocimiento del estado de ese país. En realidad, hay casi un consenso en el panorama político estadounidense acerca de que la sanidad por ejemplo, en EEUU, es un ejemplo de ineficiencia, ineficiencia altamente costosa y sumamente impopular. La privatización de la sanidad y su gestión por las compañías de seguros privadas han sido un “desastre” (mess en inglés, término utilizado por los presidentes Nixon, Bush Sr., Clinton, Bush Jr. y Obama).
 
Los puntos de vista de Jordi Sevilla y Miguel Sebastián eran representativos de la cultura económica dominante en el gobierno Zapatero, aunque no siempre en el partido PSOE. El carácter presidencialista del gobierno Zapatero explica que se rodeara de economistas que compartían su ideología. Como resultado, el Presidente Zapatero pasó a ser uno de los presidentes menos populares que han existido en España durante la época democrática.
 
El declive político del PSOE y del PSC.
 
Estas medidas fueron las responsables del colapso político del PSOE, arrastrando con él al PSC en Catalunya. La identificación y defensa del altamente impopular gobierno Zapatero por parte del PSC contribuyó en gran medida a su derrota.
 
Pero todos los indicadores parecen señalar que no hay plena conciencia de las causas de la derrota o el error de esas políticas económicas. La falta de cambio en la dirección del PSOE es un factor causante del continuo declive. Y su falta de autocrítica contribuye a esta sensación de continuidad. Esta situación se da también en el PSC, donde un economista, Maurici Lucena, que se considera discípulo de Julio Segura y Miguel Sebastián, y admirador de sus políticas, es el segundo de a bordo del PSC y, a la vez, su portavoz parlamentario, que siguiendo la línea liberal responsable ha escrito un libro, En busca de la pócima mágica, donde, sorprendentemente, continúa defendiendo estas políticas. Mientras tanto, todo el debate dentro del PSC, se centra sobre su falta o su exceso de catalanismo. Parece que el PSC no entiende lo que ha pasado, ni en España ni en Catalunya. El tripartito, en contra del mensaje promovido por las fuerzas conservadoras, fue un gobierno progresista que en muchas áreas, incluso las económicas (antes de que llegara la crisis), llevaba la marca socialdemócrata en sus leyes y propuestas. En las áreas sociales, los cambios fueron significativos, lo que explicaba su popularidad, a pesar de tener a los medios, incluidos los públicos, en contra. Fue su defensa de las políticas de Zapatero y su respuesta a la crisis las que determinaron su gran bajada electoral. Hoy, en toda Europa, el fracaso del neoliberalismo es absoluto. Todos los gobiernos socialdemócratas que llevan a cabo este tipo de políticas han colapsado. Y España, incluyendo Catalunya, no ha sido la excepción.
 
Artículo publicado en El Plural.
www.vnavarro.org
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05 octubre 2013

Vo Nguyen Giap: héroe de Vietnam y genio militar que humilló a Francia y EEUU.



Era el último revolucionario de la vieja guardia. El legendario general Vo Nguyen Giap, el cerebro militar que se valió de ingeniosas tácticas para expulsar a los franceses de Vietnam y combatió a los estadounidenses que trataban de acabar con el comunismo en el país, murió ayer, a los 101 años.
 
El general falleció anoche en un hospital militar de Hanoi, donde pasó los últimos cuatro años de su vida, cada vez más débil, enfermo de males crónicos. Héroe nacional, su legado sólo fue superado por el de su mentor, el legendario líder Ho Chi Minh, que condujo al país a la independencia.
 
Conocido como "Napoleón rojo'', Giap se erigió como el líder de un ejército de desharrapadas guerrillas que usaban sandalias fabricadas de neumáticos y cargaron su artillería pieza por pieza para poder rodear y aplastar al ejército francés en Dien Bien Phu, en 1954.
 
La victoria, que se creía improbable y se sigue estudiando en las escuelas militares, no sólo llevó a la independencia de Vietnam, sino también al colapso del colonialismo en toda Indochina.
 
Diez años después de la sangrienta capitulación francesa, llegaría para Giap un enemigo más poderoso: Estados Unidos, con su intención de apoyar el régimen instaurado en el sur del país, que luchaba contra el del Norte, de orientación comunista.
 
Giap siguió adelante hasta vencer al gobierno de Vietnam del Sur y a los norteamericanos, en abril de 1975, con lo que reunificó al país. Esa victoria elevó su imagen casi mítica en el extranjero como un extraordinario estratega, inspirando a los movimientos de liberación en todo el mundo.
 
El general era un autodidacta que derrotó a los ejércitos de Francia y Estados Unidos con sus guerrillas inspiradas en técnicas maoístas, que subrayaban la necesidad de un apoyo popular, el valor de los ataques seguidos inmediatamente por la fuga y la voluntad de llevar a cabo una guerra prolongada.
 
Pero pese a sus asombrosos éxitos en el campo de batalla, la vida del general estuvo plagada de hechos dolorosos. Nacido el 25 de agosto de 1912, en tiempos en que Vietnam era una colonia francesa, a los ocho años perdió a su padre, que murió en prisión por su condición de nacionalista. Admiraba a Napoleón y al general chino Sun Tzu, autor de El arte de la guerra . Pero, al principio, no parecía estar destinado a ser un soldado.
 
Dominaba el francés y estudió economía política en Hanoi, antes de dar clases de historia y literatura en una universidad y de trabajar como periodista para publicaciones clandestinas. Estuvo preso por poco tiempo en 1930 por dirigir protestas contra los franceses. Como miembro del Partido Comunista de Indochina escapó a China en 1939, donde se unió a Ho Chi Minh, el enigmático líder que había planeado la revolución durante décadas en el exilio.
 
Su primera esposa, que había quedado atrás con su bebe recién nacido, murió en una prisión francesa. Esta tragedia personal aumentó el fervor anticolonial de Giap. Regresó con Ho Chi Minh a las junglas del norte de Vietnam en 1941 para entrenar a un ejército de soldados campesinos revolucionarios, y fue uno de los fundadores del Viet Minh, que después se conoció como Viet Cong.
 
Ho Chi Minh proclamó su primer gobierno el 2 de septiembre de 1945 y nombró a Giap en el cargo de ministro del Interior, jefe del ejército y luego ministro de Defensa. Pero los revolucionarios se vieron obligados a volver a la jungla cuando las tropas francesas impusieron nuevamente el dominio colonial después de la Segunda Guerra Mundial, desencadenando un conflicto de nueve años que terminó en Dien Bien Phu.
 
Después de la toma de Saigón, en 1975, la carrera política de Giap -alguna vez considerado el sucesor de Ho Chi Minh- comenzó a eclipsarse.
 
En los primeros tiempos fue ministro de Defensa. Sin embargo, una reforma radical del gobierno vietnamita, en 1980, lo alejó del ministerio. De todos modos, conservó su cargo de miembro de pleno derecho del Politburó del Partido Comunista durante otros dos años. En 1982 pasó a dirigir la Comisión de Ciencia y Tecnología de su país hasta su retiro, en 1991.
 
Sin embargo, el general Giap jamás dejó de asesorar a su gobierno en temas militares y recibió a muchos dignatarios extranjeros, entre ellos, a varios norteamericanos que habían combatido en Vietnam.

23 septiembre 2013

La izquierda y la clase obrera.

Uno de los debates actuales más candentes entre la izquierda es el de la vigencia, contornos, definición o límites de la clase obrera, llegando a dudarse de su existencias, al menos en cuanto a su formulación "clásica". En las últimas semanas Pablo Iglesias (1), Nega (2), o John Brown (3) han publicado una serie de artículos al respecto, tomando distintos puntos de vista.
 
El propósito de este artículo es tratar de contribuir a este debate y el señalar algunos hechos relativos a esta discusión.
 
Hechos y opiniones
 
Cuando debatimos sobre estas cuestiones, debemos tener claro cual será el marco de la discusión. ¿De qué estamos hablando? Si queremos adoptar un enfoque lo más objetivo posible, debemos tratar de analizar los hechos, la realidad tal como se presenta, y tratar de despojarnos al máximo de los prejuicios que cada uno pueda albergar. Asimismo las experiencias personales pueden ser muy valiosas, y no dejan de ser parte de la realidad, pero una parte tan microscópica (hablamos de grupos formados por cientos de miles y millones de personas) que puede hacernos perder de vista el bosque.
 
El proletariado no es una idea. Es un sujeto social real del que forman parte millones de personas de carne y hueso. Si hablamos de clases sociales hablamos de formaciones sociales construidas históricamente, de grandes grupos de personas, que tienen una posición común en una estructura social históricamente establecida. En el capitalismo las principales clases son los propietarios de los medios de producción en la era de la gran industria y la producción mercantil (los capitalistas), y los trabajadores asalariados, que crean las riquezas y necesitan vender su fuerza de trabajo a los primeros por un salario para vivir. Unos basan sus ingresos en la propiedad del capital, los otros en la venta de su fuerza de trabajo.
 
Uno de los aspectos de la discusión sería si siguen existiendo estas clases, y como siguen existiendo, cuales han sido las continuidades y cambios en las mismas desde su constitución.
 
“Rajoy debe aprobar otra reforma laboral que flexibilice los salarios a la baja. Eso hizo Schröder en 2003. Eliminó el salario mínimo y laminó el Estado del Bienestar privando a millones de personas de sus ayudas sociales: eso causó disturbios y protestas. Le costó el cargo. Sin embargo, se trataba de la política adecuada.”(4). Quien así habla es el presidente del IFO, el instituto alemán que asesora al gobierno del Partido Popular. Hacer de cada país el más competitivo. Bajar los costes salariales para exportar más. Es la recomendación de las patronal para salir de la crisis. “Si se buscan reducciones competitivas de los salarios en forma simultánea en un gran número de países, esto podría llevar a una «carrera hacia el fondo» en la participación del trabajo, reduciendo la demanda agregada.” afirma la OIT en 2013. (5) Empobrecer a los trabajadores disminuye la demanda y aumenta la crisis. Pero en este sálvese quien pueda exportar a costa del mercado del otro es la única salida para que las empresas sobrevivan. Y para hacerlo deben aumentar la explotación de los trabajadores. La realidad cotidiana que vivimos demuestra la vigencia de la lucha de clases.
 
"Solamente se puede salir de la crisis de una manera, que es trabajando más y desgraciadamente ganando menos" decía Díaz Ferrán cuando todavía era presidente de la patronal española. (6) Los capitalistas y sus políticos parecen tener las cosas más claras que algunos intelectuales progresistas.
 
Clases sin lucha... ¿o lucha sin clases?
 
Mientras los capitalistas se lanzan a la guerra total contra los derechos de los trabajadores, algunos en el campo de la izquierda cuestionan la existencia objetiva misma de las clases, o más en concreto de la clase obrera. No nos encontramos ante un “campo de rugby” perfectamente delineado, con unos equipos preestablecidos, “las clases sólo existen en la medida en que se organizan y luchan”, no se trata de “fría contabilidad economicista”, sino del apasionante movimiento de las fuerzas sociales vivas... En definitiva, se cuestiona la existencia objetiva de la clase obrera como un sujeto social estructural, que sólo existiría como tal en la medida en que toma conciencia de si mismo, se organiza y lucha.
 
¿Pueden existir clases sin lucha? Preguntan. Y la respuesta no puede ser otra que ¿puede existir lucha de clases sin clases? Discutir sobre esto es como hacerlo del huevo y la gallina ¿qué fue primero? ¿Causa o efecto? ¿Las clases sociales o su lucha? 
 
La burguesía lo es por ser la clase social propietaria de los grandes medios de producción, por explotar el trabajo asalariado, y por acumular ganancias a su costa. La clase obrera lo es por tener que vender su fuerza de trabajo al capital para obtener un salario del que vivir. La realidad sólo existe en movimiento, pero eso no quiere decir que la realidad sea sólo el movimiento. Podemos analizar la realidad a través de fotos, de esa realidad capturada en un instante determinado. La foto de las clases sociales no puede arrojar resultados más reveladores. Veamos el ejemplo de España:
 
Durante la última fase de crecimiento económico y hasta el estallido de la crisis, las relaciones sociales capitalistas en España se han expandido hasta su máximo histórico. Nunca antes hubo tantos trabajadores asalariados. Nunca antes la acumulación de ganancias capitalistas alcanzó semejantes volúmenes. Nunca antes las relaciones capital-salarios ocuparon mayores porciones de la vida económica, ni de forma tan concentrada, desplazando las formas de alta concentración de capital y monopólicas a otras formas menos desarrolladas en casi todos los ámbitos: agricultura, industria, servicios, banca, comercio... La pequeña producción de autoempleo y autoconsumo agrícola y artesanal ha sido relegada a su mínima expresión histórica.
 
Los asalariados han llegado a alcanzar la cifra de 17 millones en la cúspide del ciclo de crecimiento, más otros 3 millones de trabajadores autónomos(7), y aproximadamente medio millón de trabajadores “sumergidos”. De los 17 millones de asalariados, en torno al 40% estaban empleados en empresas de más de 250 trabajadores, y menos de mil empresas empleaban a más de 3,6 millones(8).
 
Las ganancias de las sociedades capitalistas han llegado a alcanzar, en lo que se refiere a beneficios declarados en torno al 20% del PIB (220.000 millones de euros en 2006, sin contar el fraude fiscal). El reparto de la tarta de la riqueza creada anualmente, el PIB, oscila cada año unas décimas más en favor del capital: en el primer trimestre de 2013 los trabajadores obtenía en forma de salario el 44.6% del PIB y el 46.3% computaba como rentas del capital. (9)
 
En 2012 las compañías del IBEX repartieron entre sus accionistas 92.567 millones de €: el 70% de los beneficios obtenidos por las empresas van a parar al bolsillo de los accionistas. Una auténtica sangría de la riqueza generada por millones de trabajadores diariamente, que no irá a crear trabajo, si no a engordar las abultadas carteras de los grandes accionistas. (10)
 
Por lo tanto la contradicción capital-trabajo, la explotación capitalista del trabajo asalariado ha alcanzado cotas desconocidas anteriormente. Más asalariados, más ganancias más concentradas, más capacidad productiva... El proceso ha alcanzado un notorio grado de madurez, y a la vez manifiesta hoy, más que hace 5 años, sus debilidades: es incapaz de satisfacer las necesidades sociales más básicas. Millones de casas vacías y miles de familias sin vivienda, 27% de paro, más del 50% de paro juvenil. Salarios menguantes, pensiones menguantes, becas menguantes... El salario más frecuente no alcanza los 16.000 euros anuales(11). A más de la mitad de las familias les cuesta “llegar a fin de mes”(12). Miles de niños tienen que ser alimentados por los servicios de asistencia social.
 
Comprobar estos hechos en su conjunto, y seguir preguntándose ¿quienes son los de abajo? Puede llegar a ser ridículo. ¿quienes crean las riquezas? Los trabajadores, fundamentalmente los millones de asalariados del sector privado empleados por el capital. ¿Quienes las acumulan? Fundamentalmente los propietarios y accionistas de las grandes empresas.
 
La clase obrera hoy
 
En una línea argumental ampliamente difundida entre la izquierda, Pablo Iglesias nos recuerda que hay una fractura entre “aquella” (NdT: viejo, malo, caca) clase obrera masculina, industrial y con mono azul; y la actual: “un trabajador varón con mono azul y  carné sindical pudo ser un símbolo apropiado de la clase trabajadora en el pasado, pero hoy su mejor representante sería una reponedora mal pagada y a tiempo parcial”. Este discurso en parte refleja cambios reales, y en parte se alimenta de tópicos que no se corresponden con la realidad.
 
¿Capitalismo post-industrial? La industria sigue jugando un papel central, ya no en la economía mundial, sino en Europa, e incluso en España. La clase obrera industrial nunca ha sido la mayoría de la población, aunque sí es cierto que en décadas pasadas llegó a ocupar una proporción mayor de los asalariados (hablando de Europa, ya que se mantiene estable a nivel mundial desde la mitad del s. XX). 
 
Es cierto que la proporción de trabajadores de la industria ha disminuido respecto al total, pero no porque exista una “desindustrialización” general de la economía.
 
En primer lugar, esto se debe a un aumento de la productividad de la industria. Menos trabajadores crean más productos:
 
 
Entre 1975 y 2005, el empleo industrial en España aumenta un 13%, mientras que la producción lo hace un 79%, 6 veces más que el empleo. Este aumento de la productividad es muy superior al de otros sectores, específicamente el de servicios. 
 
Otra parte de la cuestión se debe a una simple cuestión estadística, debido a la externalización de departamentos de las empresas, que antes figuraban como industriales, y pasaron a contabilizar como servicios. La Engineering Employer’s Federation de Gran Bretaña observa al respecto de la economía británica: «Una parte importante de la industria de los servicios ha sido creada por la industria mediante la subcontratación de sectores como el mantenimiento, la restauración colectiva y la asistencia jurídica. La industria podría abarcar hasta el 35% de la economía, más que el 20 % generalmente aceptado, si los cálculos se basaran en estadísticas correctas.»(13) La Comisión europea lo confirma: «El proceso de reasignación de los recursos hacia los servicios no se debe confundir con la desindustrialización.»(14)
 
Y otra parte se debe a la deslocalización o transferencia de producción a otros países de la periferia capitalista. Nótese que estos obreros industriales no desaparecen en términos absolutos, sino que cambian de país. Occidente descubrió horrorizado que su ropa barata no crecía de los árboles, sino que era fabricada por millones de proletarios en Bangladesh, cuando cientos de ellos murieron en varios accidentes de trabajo.
 
Desde 2008 se han perdido 659.000 empleos industriales en España, el 27% del total (15), pasando a ocupar de 2,9 millones de trabajadores a algo menos de 2,2.
 
Por otra parte, las mujeres siempre han formado parte de la clase obrera, y una esencial. No sólo por su “trabajo reproductor” y doméstico, sino en la creación de plusvalía para el capital. Baste referir las cientos de miles de mujeres empleadas en el sector textil o las “petroleuses” de la comuna de París. Sí es cierto, para el caso de España, un aumento en las últimas décadas de la proporción de mujeres asalariadas, pero esto se explica más por el fin de la hegemonía del “nacional-catolicismo” que relegaba en mayor medida a la mujer al trabajo doméstico, que por una supuesta fractura entre la clase obrera “tradicional” y la contemporánea. La clase obrera “tradicional” nunca fue exclusivamente masculina, como tampoco lo es ahora.


La fragmentación de la clase obrera.
 
Quienes cuestionan la centralidad, homogeneidad o incluso la existencia de la clase obrera, recalcan la fragmentación a la que está sometida: hombres y mujeres, nacionales e inmigrantes, trabajadores del sector público y del privado, fijos y temporales, manuales e intelectuales...
 
Parece como si en tiempos de Marx los obreros fueran seres grises, clónicos, cuarentones, bigotudos y barrigones apretadores de tuercas, con el carné de CCOO colgando del ojal de su mono azul, mientras que hoy vivimos una explosión de individualidades multicolor que “son irreductibles a una sola unidad simbólica”. Además unos escucharían techno y otros a Manu Chao (casi ninguno a LCDM).
 
Pero ¿es que alguna vez fue homogénea la clase obrera en los términos que plantean? El origen de la clase obrera proviene de campesinos expulsados de la tierra, de artesanos arruinados de las ciudades, de las ocupaciones coloniales y movimientos migratorios transoceánicos, del fin de la esclavitud de los negros... de distintas nacionalidades, territorios, dialectos, religiones y cultura. Fueron empleados en distintas tareas y sectores, con distintos salarios y relaciones laborales. No tenían sindicatos, los tuvieron que crear con sus luchas y su unión.
 
En la comuna de parís lucharon hombres y mujeres, negros y blancos, obreros industriales y rufianes “sans culotte”, oficiales de primera y aprendices, etc, etc... 
Una cosa es abstraer una realidad compleja en un símbolo, y otra caricaturizarla. La abstracción y la reducción a un símbolo, es unilateral y en esa medida, un falso reflejo de la realidad. A la vez es verdadera en cuanto traduzca lo que objetivamente une a todos los elementos de la clase, a saber: ser los explotados, los desposeídos, los creadores de la riqueza y quienes albergan el potencial para crear una sociedad que supere las contradicciones del capitalismo. 
 
Por eso, quien trata de contraponer una “vieja” clase obrera, blanca, masculina, industrial, frente a una nueva más diversa que sería cualitativamente distinta como sujeto social central de las relaciones sociales capitalistas, lo que hace es caer precisamente en los clichés que dice combatir. Más aún, señalar que esta diversidad hace que “sólo la miopía de cierta izquierda puede insistir en agruparles a todos bajo la etiqueta de obreros e invitarles a afiliarse a los sindicatos” es el colmo de los despropósitos...
 
Lo que hace importante el papel de los trabajadores es su papel central en la creación de riqueza, en la producción: “La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e incremento constante del capital; y éste, a su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado.”(16) Es su capacidad, por su posición central en las relaciones sociales de producción, de tomar los resortes fundamentales del poder en sus manos. Es la clase obrera la que puede hacer que la rueda del capital deje de girar. Los obreros pueden parar un país. Los estudiantes o los intelectuales, no.
 
La clase obrera y la metáfora de Espartaco
 
Espartaco era tracio, esclavo, y varón, utilizado por sus propietarios como gladiador. Dirigió uno de los mayores levantamientos de esclavos de toda la historia y puso en jaque al mayor imperio esclavista de su época. Los esclavos eran empleados domésticos, de las villas, de las grandes explotaciones agrícolas, trabajadores urbanos, profesores y meretrices... Pero también arrastraron a ciudadanos romanos libres pero pobres. El movimiento de los esclavos estaba formado por hombres, mujeres y niños de muy diversas nacionalidades y territorios, de Numidia hasta la Galia, muchas de las cuales no podían entenderse entre sí hablando. Hablaban distintas lenguas, tenían la piel de distintos colores, adoraban distintos dioses. Y a pesar de todo se unieron y enfrentaron a los legionarios de Roma, y con un notable éxito que trastocó los cimientos del imperio de manera duradera.
 
Uno puede imaginarse a Pablo Iglesias Turrión, diciéndole a Espartaco antes del levantamiento que no se dejara llevar por su “miopía”, y que necesitaría destetarse de su economicismo por querer “agruparles a todos bajo una etiqueta” en un movimiento de emancipación.
 
La cuestión es si por encima de sexo, raza, idioma o religión, grado de precariedad, ocupación o afiliación sindical, la pertenencia objetiva a una clase social es un vínculo mayor que puede ser catalizado y convertirse en un movimiento unitario de transformación. La respuesta nos la dio Espartaco hace muchos siglos.
 
Del propio elemento unitario, esto es, la condición de clase, se deriva el proyecto hacia el que avanzar. Todos somos esclavos, luego nuestro proyecto común es acabar con la esclavitud. Todos somos obreros, ¿cuál es nuestro proyecto común? Si nos quedamos en: joven, precario, inmigrante o mujer, y no trascendemos este aspecto parcial, no alcanzamos a ver qué es lo que nos une, y a qué nos conduce. Pero si se “agrupa a todos bajo la etiqueta de obreros”, si vemos lo que nos une a todos, podemos plantear un proyecto unitario, sea este la defensa de los servicios públicos, el empleo digno, salario mínimo de 1.000 euros o, porque no, expropiación de las grandes empresas, y control democrático de la economía.
 
La crisis pone encima de la mesa que el motor de la economía capitalista, la búsqueda del máximo beneficio para los grandes accionistas y directivos de las empresas, genera crisis permanentes, porque hace recaer el peso de la reestructuración sobre los trabajadores, tengan estos o no conciencia de su condición. Nouriel Roubini, un destacado economista liberal lo define con estas palabras: "Karl Marx tenía razón, (…) Pensamos que los mercados funcionaban. No están funcionando. Y lo que es racional individualmente, que cada empresa quiera sobrevivir y prosperar, significa recortar aún más los costos laborales. Mis costos laborales son los ingresos laborales y el consumo de otros. Por eso es un proceso autodestructivo.»(17)
 
Necesitamos otro modelo. Pero para avanzar en ese proyecto común, uno de los factores relevantes es el papel de los “intelectuales” de la clase. ¿Qué papel quieren jugar estos? ¿Seguir preguntándose quienes son los de abajo? ¿Poner en cuestión la existencia misma de la clase social que lleva sobre sus espaldas el peso del sistema? ¿O por el contrario contribuir a consolidar la conciencia colectiva que une a “los de abajo” y la propuesta de soluciones?
 
«Todos los movimientos del pasado fueron el hecho de minorías o le dieron provecho a minorías. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de la inmensa mayoría en el interés de la inmensa mayoría. El proletariado, la capa más baja de la sociedad actual, no puede levantarse, enderezarse, sin hacer saltar todo el edificio de capas superiores que constituyen la sociedad oficial.»
 
NOTAS
El País, 2 Marzo 2013
7 Fuente: www.ine.es
15 El Pais, 10 Marzo 2013
16 El Manifiesto Comunista. Marx y Engels. 1848
17 Wall Street Journal. 15 Agosto 2011.
 
Fuente: Asociación Cultural Jaime Lago.