15 septiembre 2011

Allende nuestro.

Entre los indignados algunos somos comunistas.

Entre los indignados antisistema de la Puerta del Sol, por lo menos algunos, somos comunistas. Lo de ser antisistema no necesita ya de justificación. En estos días se ha explicado, además, con fórmulas muy afortunadas: “no es que seamos antisistema”, ha dicho alguien, “es que el sistema es antinosotros”. Hubo otro que terminó un discurso incendiario en la manifestación diciendo que “en resumen, lo que pedimos es ¡un poco de sentido común!”. No se podía decir mejor. Esto que estamos viviendo, a nivel mundial y a nivel nacional, es una salvajada, un disparate, un chiste cruel, una broma brutal, un sarcasmo, una tomadura de pelo, un crimen. Desde que en los años ochenta comenzó la revolución de los ricos contra los pobres, el capitalismo rueda sin frenos hacia el abismo a un ritmo acelerado. Y nos arrastra a todos con él. Tiene toda la razón Naomi Klein al diagnosticar nuestro sistema económico como un capitalismo del desastre. Los negocios ya no funcionan bien más que en condiciones sociales de catástrofe. Lo decía hoy Ignacio Escolar: ¿de verdad que alguien necesita que se le expliquen las causas de las protestas? No, lo raro es que no hayan estallado antes. El sistema es ya tan revolucionario (de extrema derecha, pero revolucionario, al fin y al cabo), que los antisistema nos hemos vuelto conservadores. Los “jóvenes sin futuro” que salieron a la calle el 7 de abril no pedían la Luna. No gritaban “la imaginación al poder” ni nada parecido. La moderación de sus reivindicaciones (casa, salud, trabajo, pensión) contrastaba con la radicalidad de su posible solución: “an-ti-ca-pi-ta-lis-ta” fue el grito que más se oyó. Y de los que más siguen resonando ahora en la Puerta del Sol y en todo el Estado. Para ser moderado, para conservar una pizca de sentido común, actualmente hay que ser antisistema. En cambio, los apologetas del capitalismo se prestan a cualquier locura revolucionaria. Para salvar la economía huyen hacia adelante dispuestos a sacrificar la humanidad e destruir el planeta. Como dijo Walter Benjamin, pero mucho más que cuando él lo dijo, lo que necesitamos es un freno de emergencia. Necesitamos parar esta demencia criminal.

Benjamin pensaba que ese freno de emergencia era el comunismo. Y algunos, bastantes, lo seguimos pensando. Cuando al comienzo de la crisis se dijo que el capitalismo había fracasado y que había que inventar otra cosa, cuando lo decían quienes lo decían, en los telediarios, en la prensa más canalla del país, uno se preguntaba a qué diablos se estaban refiriendo. La receta contra la crisis, al final, ha sido más y más capitalismo. Y en verdad, no es extraño, porque el capitalismo es un sistema económico muy poco flexible, para el que no caben medias tintas. Inventar otra cosa habría sido reinventar lo que ya estaba inventado, el comunismo. Lo que parece cada vez más difícil es empeñarse en ser anticapitalistas esquivando esa palabra maldita.

Bien es verdad que no todos le hacen ascos al término. Hace pocos meses estuvo el filósofo Jacques Rancière en la Universidad Complutense, explicando que asistimos a un imparable resurgir del comunismo. Lo mismo vienen a plantear otras autoridades intelectuales como Badiou, Zizek o Negri. Y bueno, es cierto que sus lectores, entre nosotros, nos entendemos muy bien (aunque unos menos que otros, desde luego). Pero algo de razón tenía el profesor Jose Luis Pardo en una reciente conferencia al quejarse de que, un poco fuera de la parroquia, no hay forma de entender el contenido que tan insignes filósofos le dan a el término “comunismo”, fuera de algunos tópicos en los que se alude a una forma de “vida comunitaria” que remite a Francisco de Asís (como al final de Imperio de Negri), a una “democracia efectiva” o “radical”, a un “poder de las masas”o de la “multitud”, un “sin Estado, ni Ley”, es decir, fórmulas demasiado negativas, vacías y generales, más propias de un programa religioso que político.

Y sin embargo, no estamos ante un misterio insondable. Lo que necesitamos contra el capitalismo es algo muy concreto: una alteración radical en la propiedad de los medios de producción que haga posible a la instancia política ejercer un control democrático sobre la producción en el marco de una economía institucionalizada. El capitalismo actual esta institucionalizado y dirigido políticamente por corporaciones que no obedecen a ningún poder legislativo, al margen de cualquier control democrático. Nuestras democracias son libres de todo en una condiciones en las que no hay nada que hacer. Casi todo lo que afecta sustancialmente a la vida de las personas viene decidido por poderes económicos que negocian en secreto y actúan en la sombra chantajeando a todo el cuerpo social. Un pestañeo de los llamados mercados basta actualmente para anular el trabajo legislativo de generaciones enteras. No hay leyes, ni constituciones que puedan resistirse a la dictadura ciega de los poderes financieros. Es el Cuarto Reich. Los nuevos nazis no son menos totalitarios que los anteriores, pero, además, están mucho más locos. Como ha dicho Naomi Klein, los mercados tienen el carácter de un niño de tres años. Sus rabietas viajan en tiempo real conmocionando el planeta. Ni Nerón, ni Calígula estaban tan locos ni eran tan imprevisibles.

Lo que plantea el comunismo es que la economía no puede institucionalizarse democráticamente, sometiéndose al poder legislativo, sin suprimir la propiedad privada sobre los medios de producción, es decir, sobre las condiciones de existencia de la población. Lo sabemos por experiencia y lo sabemos también en la medida en que la economía marxista explica muy plausiblemente por qué es así.

Así pues, el misterio se puede aclarar. “Comunismo” es, en realidad, exactamente lo que pretenden ser (sin lograrlo en absoluto) nuestras orgullosas democracias constitucionales. Ya es difícil negar -cada vez hay más gente que abre los ojos- que lo que hemos venido llamando “democracias” no son sino dictaduras económicas ataviadas con una fachada parlamentaria. Lo que frente a ello llamamos “comunismo” no es, sin embargo, más que aquello que pretendíamos ser: democracias parlamentarias en las que las leyes pueden someter a los poderes económicos. Es absurdo plantear que el parlamento puede legislar lo que ya siempre se ha decidido de antemano en la Bolsa. La cosa está cada vez más clara: las leyes no pueden hablar por favor a los negocios, tienen que imponerse coactivamente. Pero para eso tienen que tener la sartén por el mango. Y el mango son los medios de producción.

Respecto a qué tenga que ver todo esto con aquello que se llamó “socialismo real”, hay que decir que mucho, siempre y cuando se deshagan algunos espejismos. Por ejemplo: siempre y cuando no llamemos “socialismo real” sólo a lo que se dio en aquellos países que lograron resistir algo de tiempo (entre cinco y setenta años) la agresión imperialista, sino también a todos los proyectos socialistas, comunistas o anarquistas que fueron derrotados mediante golpes de Estado, invasiones militares, bloqueos económicos, etc. El que los países socialistas no hayan sido democráticos puede significar tan solo que no hay ningún país en guerra que pueda permitirse el lujo de la democracia. De hecho, los que lo intentaron, sucumbieron bien pronto. Como ya he dicho muchas veces, el socialismo nunca pudo optar entre Allende o Fidel Castro. Era o Castro vivo, o Allende muerto.

Pensemos en las iniciativas que están proponiendo juzgar a los poderes financieros, especialmente a las agencias de evaluación de deuda. No cabe duda de que estas instituciones están jugando con el destino de la población mundial para hacer sus propios negocios privados. Ahora bien, estas iniciativas, si quieren tomarse en serio, tendrán que enfrentarse tarde o temprano al dilema de exigir algo equivalente al viejo concepto comunista de “dictadura del proletariado”. Es una total ingenuidad creer que los poderes económicos van a doblegarse a la autoridad del poder judicial, cuando no se doblegan ni ante el poder ejecutivo ni ante el poder legislativo. Sin asegurarse el monopolio en el ejercicio de la violencia, la democracia no tienen ninguna posibilidad de hacerse oír. Cómo hacer esto posible, eso sí que es un problema difícil de resolver. Y no qué debamos entender bajo el término “comunismo”.

En todo caso, hay que comenzar por algún sitio. Comenzar por el kilómetro cero de la Puerta del Sol es una excelente idea. No se trata, en efecto, de pedir la Luna, ni siquiera de pedir el comunismo. Eso ya vendrá por sí mismo cuando se entienda lo difícil que es el liso y llano sentido común en un mundo como este. Cuando para tener casa o trabajo hay que ser antisistema, las cartas están echadas.

Por eso conviene que pidamos cosas muy de sentido común. Por ejemplo: permaneceremos en la Puerta del Sol mientras que, en primer lugar, no se cambie la Ley Electoral. No se trata solo de acabar con el bipartidismo. Se trata también de acabar con ese cáncer de la democracia que es la propaganda electoral, de exigir al Estado verdaderos espacios de comunicación para que la ciudadanía pueda hacer oír sus argumentos políticos (que, como cualquiera puede comprobar en los medios alternativos de Internet, son muchos, inteligentes y poderosos). Se trata de acabar con ese espectáculo indigno y grotesco de las actuales campañas electorales, aunque solo sea porque ofenden a la inteligencia y denigran al género humano.

En segundo lugar, es necesario permanecer movilizados mientras no se arbitren las medidas judiciales para juzgar a los culpables de este desastre humano en el que nos vemos sumidos. Muchos banqueros, muchos accionistas, muchos políticos, muchos financieros tienen que acabar en la cárcel. Si no, más nos vale suprimir el Ministerio de Justicia.

Luego, habrá que pasar a otras urgencias. Es preciso parar los deshaucios. Expropiar las viviendas vacías. Socializar los beneficios bancarios y privatizar sus pérdidas. Quizás se podría promover una iniciativa internacional para que los cascos azules ocupen militarmente los paraísos fiscales... Ideas no nos van a faltar. Lo del comunismo ya se entenderá por el camino.

Carlos Fernández Liria - Rebelión.

14 septiembre 2011

Número de pobres en EE. UU. alcanza cifra récord.

El número de estadounidenses que viven por debajo del umbral de la pobreza alcanzó el pasado año la cifra récord de 46, 2 millones de personas, informó hoy Reuters. Según un informe publicado por la Oficina del Censo, la pobreza aumentó un 0,8 % en el 2010.

Los miembros de cada familia con edades entre los 15 y 24 años, son quienes más han perdido, pues sus ingresos medios disminuyeron un 9 %.

El informe indicó que el número de estadounidenses pobres en el 2010 fue el mayor en los 52 años en que se han publicado las estimaciones de pobreza, mientras que la tasa fue la más alta desde 1993.

El deterioro económico que plasman las cifras probablemente se haya extendido en el 2011 al frenarse el crecimiento económico, mantenerse la tasa de desempleo atascada por encima del 9 % y aumentar los temores de una recaída en recesión.

Estados Unidos ha tenido desde hace mucho tiempo una de los índices más altos de pobreza en el mundo desarrollado. Entre los 24 países examinados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, solamente Chile, Israel y México tienen tasas más altas de pobreza.

Fuente: Diario Granma.

13 septiembre 2011

A pesar del escándalo de entrevista falsa a Obama, Radio Nacional de España contrata a Yoani Sánchez.

José Manzaneda, coordinador de Cubainformación.- Ahora que Wikileaks ha decidido dar acceso libre a todos sus cables, sin la censura previa de los cinco grandes diarios que los seleccionaban (1), descubrimos informaciones interesantes sobre Cuba.

Por ejemplo, que la entrevista de la bloguera cubana Yoani Sánchez al presidente Barack Obama, en 2009, fue una farsa: realmente fue redactada por funcionarios de la oficina diplomática de EEUU en La Habana (2). Recordemos que esta entrevista supuso un gran espaldarazo mediático para la citada bloguera, quien en 2007 fue convertida en personaje internacional gracias al respaldo coordinado de poderosos medios, como la agencia Reuters, el Grupo Prisa y la revista Time (3).

Este escándalo –silenciado absolutamente por los medios- no ha impedido, sin embargo, que Yoani Sánchez siga sumando contratos: la emisora pública Radio Nacional de España ha anunciado que incluirá sus crónicas –pagadas- en su programa diario “En días como hoy” (4). Recordemos que, en apenas cuatro años, Yoani Sánchez ha recibido más de medio millón de dólares en ingresos reconocidos, procedentes de empresas mediáticas y fundaciones políticas (5). Diversas fuentes apuntan a otros ingresos ocultos, como los procedentes del propio Gobierno de EEUU (6).

Otro interesante cable reciente de Wikileaks –también censurado por los medios- recoge el reconocimiento, por parte de otra de las “disidentes” cubanas, de que las acciones opositoras en la Isla son sufragada por el Gobierno de EEUU: Marta Beatriz Roque, en una videoconferencia de 2008, solicitaba al ex presidente George Bush “más recursos económicos”, “a pesar de –palabras textuales- todo el apoyo económico que nos ha dado su país” (7).

Pero los grandes medios internacionales han censurado estas nuevas evidencias sobre la conexión directa entre Gobierno de EEUU y “disidencia” cubana, algo que resta cualquier legitimidad política a ésta y desnuda su carácter colaboracionista.

Como la mayoría de medios occidentales, la citada Radio Nacional de España justifica hoy -gracias a las crónicas de sus corresponsales- la gigantesca operación de succión del petróleo de Libia por parte de las grandes potencias, así como sus daños colaterales en forma de asesinatos de civiles por parte de la OTAN (8). A partir de ahora, las mentiras, exageraciones y subjetividad de los “partes de guerra” de Yoani Sánchez desde La Habana, servirán al mismo propósito: preparar las mentes de la ciudadanía española para digerir y justificar cualquier actuación que busque imponer en Cuba el modelo económico y político diseñado por y para los grandes centros de poder mundial.


Envía tu protesta a Radio Nacional de España
Email: endiascomohoy@rtve.es
Teléfono en directo: 900 137 137
Teléfono contestador: 91 346 19 91


(1)http://www.elmundo.es/america/2011/09/02/estados_unidos/1314964453.html


(2)http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/09/04/wikileaks-publica-la-entrevista-que-obama-respondio-en-la-habana/


(3)http://www.kaosenlared.net/noticia/yoani-sanchez-la-hija-de-prisa-2


(4http://www.diariodenavarra.es/noticias/mas_actualidad/television/radio_nacional_estrena_temporada_poniendo_acento_informacion.html


(5)http://www.cubainformacion.tv/index.php?option=com_content&view=article&id=22208%3Ayoani-sanchez-dice-que-su-blog-qno-produce-dineroq-&catid=39%3Alecciones-de-manipulacion&Itemid=86


(6)http://yohandry.wordpress.com/2010/12/20/circula-en-internet-lista-de-presupuesto-para-mercenarios-en-cuba/


(7)http://lapupilainsomne.wordpress.com/2011/08/28/wikileaks-el-incansable-esfuerzo-de-una-admiradora-de-bush/


(8)http://www.rtve.es/noticias/20110904/minuto-minuto-las-protestas-egipto-libia-mundo-arabe/398694.shtml

12 septiembre 2011

Willy Toledo: “Imanol Arias y Emilio Aragón son unos explotadores. Elvira Lindo y Rosa Montero, columnistas deleznables”.

Esta semana aparece el libro de Willy Toledo “Razones para la Rebeldía” que muy probablemente dará que hablar. En el libro llama, por ejemplo, “explotadores laborales” a Imanol Arias o Emilio Aragón, critica la opulencia de Alejandro Sanz y llama mediocres a Elvira Lindo y Rosa Montero.

“Piensan que los famosos ganamos mucho dinero y, por tanto, somos sospechosos de ser partícipes del capitalismo. En ocasiones pienso que si no me hubiese comprometido como lo he hecho, mi carrera profesional habría ido mucho mejor. [...] Conozco a toda la jet y he tenido muchos ligues famosos. Eso no me interesa”, señala Toledo en su libro, en el que señala que muchos de sus compañeros de profesión “no están dispuestos a defender medidas sociales que puedan afectar a sus privilegios de clase”. Se refiere incluso a las manifestaciones, para las que se ocupaba de buscar firmas o apoyo de compañeros. “La reacción más frecuente es preguntarme quién más va. ¿Es más importante saber de quiénes va a estar uno rodeado que la causa en sí?”

Toledo señala que ningun actor pide el voto para el PP, pero luego muchos le votan. Sobre el PSOE señala que tiene a su lado a Miguel Ríos, a Serrat, a Ana Belén, a Víctor Manuel, a Elvira Lindo o a Rosa Montero. A algunos los señala como “artistas mediocres”, y a las dos últimas como “columnistas deleznables”.

El actor denuncia que “un actor conocido en una serie de televisión de prime-time puede ganar entre 20.000 y 60.000 euros a la semana; en cambio, el meritorio de producción o un técnico de sonido gana alrededor de 1.200 euros”. Y señala a algunos colegas “explotadores: “Imanol Arias o Emilio Aragón son propietarios de productoras que explotan, no sólo a sus compañeros, sino al resto del personal”.

Sobre la SGAE, Willy Toledo señala que representa sólo a un 10% de los socios que se llevan el 80% de los beneficios. “Están todos los autores, pero no pintan nada, lo maneja esa camarilla de Teddy Bautista, Ana Belén, Víctor Manuel, Alejandro Sanz”.

Sobre Alejandro Sanz señala una anécdota en la campaña contra la encarcelamiento de los manteros. Cuenta que contactaron con Alejandro Sanz para que firmase el manifiesto y la respuesta del cantante fue “que él tenía el mismo derecho a vivir de su obra que los niños de África a comer”.

Fuente: La República.