El López venezolano y el López puertorriqueño: Contraste esclarecedor
Atilio Borón – Cubadebate.-
La prensa del establishment en las Américas y Europa hace meses viene
exaltando la figura de Leopoldo López Mendoza, líder del partido
Voluntad Popular (un 1 % en las últimas elecciones municipales
venezolanas) como la de un virtuosos estadista opositor, mañosamente
encarcelado por el gobierno de Nicolás Maduro.
Pero la verdad es otra: López Mendoza es cualquier cosa menos un
disidente democrático. Es el líder de una facción sediciosa de la
derecha venezolana –entre cuyos dirigentes se encuentra la impresentable
María Corina Machado– que en febrero de 2014 se propuso alterar por la
fuerza el orden constitucional vigente en su país y derrocar al gobierno
venezolano.
Los secuaces de López (la mayoría de ellos mercenarios pagados por
Estados Unidos, según inapelables testimonios que salieron recientemente
a la luz) hicieron uso de cuanta forma imaginable de violencia, desde
incendios de edificios y medios de transporte públicos y privados,
ataques violentos a universidades y centros de salud, erección de
guarimbas, apaleamiento de chavistas y asesinatos.
Como producto de estos desmanes perdieron la vida casi medio centenar
de personas, la mayoría de ellas chavistas o personal de las fuerzas de
seguridad del Estado.
López Mendoza fue arrestado por la comisión de estos crímenes,
incluyendo varios casos de homicidio. Antes que un disidente detenido
por sus ideas o proyectos políticos el personaje de marras, es un
delincuente que ha perpetrado crímenes que en cualquier Estado se purgan
con extensas condenas y, en algunos países, con la pena de muerte. [1]
Sin embargo, para la prensa del
sistema López es un héroe, un demócrata perseguido por una feroz tiranía
que en Venezuela habría conculcado todas las libertades.
Si este personaje hubiera hecho en Estados Unidos lo que hizo en su
patria habría sido encerrado de por vida en una cárcel de máxima
seguridad. Eso precisamente es lo que le ocurrió a otro López, Oscar López Rivera,
patriota independentista puertorriqueño y, por eso mismo,
nuestroamericano, que por mucho menos de lo que hiciera el “López malo”
lleva 33 años de prisión en las cárceles norteamericanas.
Para las rameras mediáticas del imperio este López, el bueno, no
merece ni una línea: a su injusto encarcelamiento se le agrega el
cotidiano castigo del silencio y el sistemático ninguneo de su
condición.
¿Qué hizo López Rivera? [2] Según la acusación que lo llevó a la
cárcel: conspirar contra el gobierno de Estados Unidos en su calidad de
integrante de las FALN, las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de
Puerto Rico.
Como se sabe, esta isla le fue arrebatada a España, junto con Cuba y
Filipinas, con el traidor zarpazo de Washington en la guerra de 1898 y
permanece desde entonces bajo una condición colonial. La inconmovible
adhesión de los boricuas a su lengua, sus costumbres y su cultura a lo
largo de medio siglo hizo que Washington lanzara, 1948 y 1957, una
brutal ofensiva para “norteamericanizar” a ese pueblo rebelde.
Accediendo para su deshonor a una orden de la Casa Blanca la Legislatura
puertorriqueña se hundió en la ignominia al establecer que eran
crímenes contra el Estado poseer una bandera de Puerto Rico, cantar
canciones patrióticas puertorriqueñas o hablar a favor de la
independencia de la isla.
Luego de casi diez años de escarnio esa política fue abandonada, y la
identidad nacional boricua salió fortalecida de ese agravio. A los 14
años la familia de López Rivera se trasladó a Chicago y poco después fue
reclutado para ir a la guerra de Vietnam, de donde regresó condecorado
con la Medalla de Bronce. Vinculado a las FALN, en 1981 cae preso por
robo a mano armada, posesión de un arma de fuego no registrada y
transportación a través de una ruta inter-estatal de un vehículo robado,
todo lo cual fue interpretado por la fiscalía como parte de una
“conspiración sediciosa” para expulsar por la fuerza a Estados Unidos de
Puerto Rico.
La acusación que sirvió para condenar a López Rivera fue el estallido
de una serie de bombas en el área de Chicago, operación que no dejó
víctimas fatales. Comentando este suceso un editorial del Chicago
Tribune de 1980 reconoció que esas bombas “fueron puestas y programadas
para estallar con el solo fin de dañar propiedades pero no a personas” y
que el objetivo de las FALN era “llamar la atención para su causa más
que derramar sangre.”
El castigo que le impuso el juez fue monstruoso: ¡55 años de cárcel!
Para calibrar los escandalosos alcances de la tremenda injusticia que
pasa por “justicia” en Estados Unidos,la sentencia promedio para un
homicidio (que no los hubo en el caso del López bueno) es de 12 años y
medio. Pero a López Rivera le cuadruplicaron la pena y lo condenaron a
55 años de cárcel.
En 1999, sigue diciendo Bauer en el reportaje que le hiciera en
Mother Jones, el presidenteBill Clinton ofreció clemencia a López Rivera
y otros independentistas que estaban presos. Este ofrecimiento fue
hecho a pesar de las protestas del FBI, la Oficina del Fiscal General de
Estados Unidos, la Oficina Federal de Prisiones de Estados Unidos y la
propia esposa del presidente, Hillary Clinton, conocida arpía disfrazada
de progre y que para terror del planeta aspira a suceder a Obama en el trono imperial.
En un gesto que lo enaltece y que lo emparenta con Antonio Gramsci
cuando desde la cárcel rechazó la envenenada clemencia que le ofrecía
Mussolini, López Rivera desechó el ofrecimiento porque exigía a cambio
aceptar otro crimen que no había cometido, “conspiración para fugarse”, y
sancionado con una pena mucho menor.Por eso hasta hoy sigue en la
cárcel.
Clinton pudo haberle concedido un perdón presidencial al terminar su
mandato, pero no lo hizo, intimidado por el aparato represivo de su país
y la insaciable sed de sangre de su consorte y que, como se recordará,
estalló en risotadas al enterarse del brutal linchamiento de Muammar El
Gadaffi. Tampoco lo hizo George W. Bush y todo indica que es muy poco
probable que lo vaya a hacer Barack Obama, que si quisiera comenzar a
ser merecedor del Premio Nobel de la Paz debería ya perdonar y enviar a
su casa a los tres luchadores antiterroristas cubanos (Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero y Ramón Labañino) y a López Rivera, todos
los cuales jamás deberían haber sido puestos en prisión por defender tan
nobles causas sin dañar absolutamente a nadie.[3]
Tuvo suerte de haber nacido en Venezuela Leopoldo López. En Estados
Unidos le habrían dado más que 55 años. Lo más probable, dado que con su
accionar fue el autor intelectual de los disturbios que ocasionaron
varias muertes, era que su causa habría sido caratulada como
“conspiración sediciosa seguida de muertes” y que hubiera terminado sus
días recibiendo una inyección letal o enviado a la silla eléctrica, ante las complicaciones que en los últimos tiempos ha tenido la primera.
Pero está en Venezuela y en lugar de ser un criminal, por la
“conspiración sediciosa seguida de muertes” que el López bueno no hizo
pero él sí, los medios hegemónicos y los políticos e intelectuales
“bienpensantes” lo exaltan como un arcángel de la democracia, un
guardián de los valores republicanos y un ejemplo para el mundo.
Por enésima vez se pone de manifiesto toda la hipocresía y el doble
rasero del imperio y sus lenguaraces en América Latina y el Caribe.
Tenía razón Sun Tzu cuando aseguró que “toda guerra se basa en el
engaño”. Y dado que estamos en guerra: terrorismo mediático, complot
económico, “golpes blandos”, “smart power” y otras lindezas por el
estilo, las mentiras y el engaño están a la orden del día.
Por eso el López malo aparece como un santo y el López bueno, el
patriota boricua y nuestroamericano que brega por la autodeterminación
de su pueblo, permanece en injusta prisión y es invisibilizado por la
“prensa seria y objetiva” durante 33 años. Pero claro, mientras uno goza
de todas las prerrogativas que el imperio le dispensa a sus peones, el
otro es un inclaudicable luchador anti-imperialista sobre el cual recae
no todo el rigor de la ley sino los más bajos instintos de venganza y
escarmiento que se les reserva a quienes tienen la osadía de desafiar la
prepotencia de Estados Unidos.
Notas
[1] Ver el análisis que hace Salim Lamrani en “Si la oposición
venezolana fuera francesa …”, en Rebelión, 14 de Abril del 2014. La
legislación estadounidense es aún más dura y contempla, para ciertos
casos, la pena de muerte.
[2] Una información actualizada sobre este caso se encuentra en la
nota de Shane Bauer en Mother Jones del 29 de Mayo del 2014. Puede
leerse en http://www.motherjones.com/politics/2014/05/oscar-lopez-rivera-75-years-seditious-conspiracy
[3]
Cabe aclarar que hasta la fecha Washington ha tenido éxito en evitar
que el caso de Puerto Rico sea re-incorporado en la agenda del Comité de
Descolonización de las Naciones Unidas de donde fuera excluido en 1952.
De hecho la Corte Suprema de los Estados Unidos estableció que “Puerto
Rico pertenece a, pero no forma parte de los Estados Unidos. “(You
belong to us, but are not part of us!). Por eso los ciudadanos
puertorriqueños no pueden elegir al presidente de Estados Unidos ni
elegir candidatos para ocupar sus bancas en la Cámara de Representantes o
el Senado de Estados Unidos. Sólo se admite un “comisionado delegado”
sin derecho a voto en la Cámara, no así en el Senado.
Fuente: www.cubainformacion.tv/index.php/objetivo-falsimedia/56811-el-lopez-detenido-en-venezuela-y-el-lopez-portorriqueno-condenado-a-55-anos-en-eeuu