18 junio 2011

La agrupación "Marx Madera" pide al Comité Federal del PCE el levantamiento de las sanciones los militantes del PCA.

La Agrupación del Partido Comunista de Madrid de "Marx Madera" ha aprobado una resolución en la que pide al Comité Federal del PCE el fin de las sanciones a los doscientos militantes comunistas del PCA por presentarse a las elecciones fuera de Izquierda Xunida, de donde además habían sido expulsados.

Otras agrupaciones podrían aprobar resoluciones en el mismo sentido en las próximas fechas:

Propuesta de resolución de la Agrupación Marx Madera del P.C.M

Al Comité Federal del P.C.E.

Camaradas,

La Agrupación Marx Madera del PCM siente gran preocupación ante el devenir de los acontecimientos en el seno del Partido Comunista de Asturias.

Una vez finalizado el período electoral no sólo no se levantan las suspensiones de militancia a los más de 200 camaradas asturianos sancionados por su decisión de concurrir a las urnas bajo la bandera de un programa comunista, sino que hay indicios de que estas sanciones podrían llegar a desembocar en expulsiones.

Creemos que en el momento actual, cuando constatamos que los resultados electorales de IU no se han correspondido a nuestras expectativas ni a las posibilidades que la debacle del PSOE ofrecía, y cuando desde el 15 de Mayo se está desarrollando una movilización ciudadana sin precedentes desde la Transición, lo menos adecuado es mutilar nuestro Partido prescindiendo de la experiencia, la capacidad y el entusiasmo de un gran número de camaradas, que han demostrado ser un pilar del Partido en el seno del Movimiento Obrero.

El Movimiento 15-M está pidiendo a gritos que se formule una alternativa revolucionaria, tarea en la que nuestro Partido tiene mucho que aportar. La ausencia de un referente claramente anticapitalista ha permitido que ideas confusas, e incluso prejuicios reaccionarios, se extiendan entre los sectores más jóvenes de este movimiento.

Es urgente por tanto que el PCE nos pongamos manos a la obra en la tarea de levantar las banderas del socialismo en el seno de este movimiento. Para ello hace falta unir todas nuestras fuerzas, y no desangrar aun más nuestras filas excluyendo a valiosísimos camaradas.

Es cierto, y nadie lo niega, que los camaradas asturianos han obviado la letra de algunas resoluciones del Partido. Pero es más cierto aún que sus decisiones han sido plenamente acordes a los principios resueltamente revolucionarios y antirreformistas que son parte irrenunciable de las señas de identidad de nuestro Partido.

Y esto es lo que importa. El Partido tiene que volver a ser la organización donde todos los comunistas luchan unidos por el triunfo de nuestro programa y nuestras ideas, a pesar de que coyunturalmente podamos mantener puntos de vista divergentes en cuanto a opciones tácticas. Por ello, la Agrupación Marx Madera del PCM se pronuncia unánimemente por el inmediato levantamiento de las sanciones a los camaradas del PCA.

17 junio 2011

Operación Pinza.

Por Italo Sánchez
Partido Comunista peruano

El poder económico, ni tonto ni perezozo, ha empezado a digerir la derrota electoral sufrida en los comicios presidenciales y casi inmediatamente han comenzado a explorar los caminos, para primero neutralizar y luego impedir que Ollanta Humala cumpla con sus compromisos electorales.

Recurriendo a ese viejo proverbio “si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”, los dueños del capital creen que por algunos de los dos medios pueden doblegar el espíritu de cambio que Ollanta encarna.

En el recuerdo queda lo sucedido con Fujimori. Luego de su inesperado triunfo electoral, Alberto Fujimori se refugió en el pentagonito, lugar donde se empezo a fraguar la alianza entre Fujimori, los altos mandos militares y los grupos de poder económico para imponer el proyecto neoliberal que había sido derrotado en las ánforas electorales.

Los grupos de poder económico saben que en política lo que define el curso de los acontecimientos son las correlaciones de fuerzas. De ahí que los derrotados en las elecciones hicieran su primera demostración de poder con el lunes negro, en donde una corrida bursatil hizo caer las acciones en la bolsa de valores de Lima en un 12%.

El mensaje político de esa movida económica era implícito: no vamos a permitir cambios en el modelo económico.

Paralelamente a ello, dirigentes de la CONFIEP y de la Sociedad de Industrias, luego de la reunión protocolar que tuvieron con el electo presidente de la república, expresaron en tono conciliador su disposición a colaborar con el nuevo gobierno, siempre y cuando se mantenga invariable el modelo económico. Y para ello exigieron que el nuevo Ministro de Economía y Finanzas cuente con el visto bueno de la CONFIEP y la SNI.

Otras más audaces como Lourdes Flores, exigen un presencia mayoritaria de militantes de Perú Posible en el gabinete.

Es decir estamos ante una reiteración de lo mismo: uds eligen el gobierno, pero nosotros decidimos el programa.

Hasta el momento, las señales emitidas por Ollanta han sido de no aceptar las presiones de los grupos de poder.

La composición de la comisión de transferencia, en donde participan destacados intelectuales como Alberto Adrianzen, Felix Jiménez, Humberto Campodónico, Javier Iguiñez, Oscar Dancourt etc. es un buen augurio de que Ollanta Humala está dispuesto a honrar sus compromisos electorales. De igual forma, la gira emprendida por Brasil, Paraguay, Uruguay, Argentina y Chile es una señal positiva que indica que el nuevo gobierno desarrollará una política internacional alejada de la tutela del imperio del norte.

Pero la batalla principal está en saber quién será el nuevo Ministro de Economía y Finanzas. Es aquí donde en buena cuenta se definirá el rumbo a seguir por el nuevo gobierno, porque el Ministerio de Economía y Finanzas es el poder real desde donde se puede echar andar la patria nueva. O impedir los cambios.

Lo coherente sería que el actual jefe de equipo del plan de gobierno de Gana Perú, Felix Jiménez, sea el escogido. Es un intelectual con una trayectoria intachable, tiene una sólida formación profesional y experiencia gubernamental, y sobre todo, es un hombre comprometido con el proyecto político de Gana Perú.

Más allá de los cantos de sirena de la derecha, lo que Ollanta Humala tiene que demostrar es que va a mantener su compromiso con los ciudadanos peruanos que votaron por su propuesta de cambio. Por eso que desde el 28 de julio es importante comenzar a trabajar para saldar esa enorme deuda social que el Perú tiene con los pobres del campo y la ciudad que fueron marginados de los beneficios generados por el crecimiento económico.

Tenemos que hacer que esa esperanza que venció al miedo y que el 5 de junio se transformó en una posibilidad, el 28 de julio empieze a convertirse en una realidad.

Pero eso no lo vamos a lograr únicamente con buenos deseos. Somos gobierno, pero no tenemos aún el poder. Tenemos que organizarnos, fortalecer el Partido, fortalecer la unidad de las izquierdas y trabajar lealmente con los nacionalistas para dotar de una sólida institucionalidad orgánica a la alianza electoral Gana Perú, para que pueda cumplir a cabalidad con su tarea de ser la fuerza política gobernante.

En definitiva, tenemos que poner todo el esfuerzo para hacer del pueblo peruano el verdadero protagonista del cambio. Porque solo la fuerza, la unidad y la participación protagónica del pueblo peruano será la mejor garantía para construir la patria nueva.

12 junio 2011

Discurso de Fidel Castro en Buenos Aires (2003).

Durante una visita a Argentina en 2003, Fidel Castro fue invitado a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Miles de personas acudieron a la Universidad, desbordando la capacidad de las instalaciones, por lo que se improvisó una tribuna en la escalinata de entrada.
En este discurso, Fidel habla de la realidad de Cuba y del mundo. Entre los temas que trata, habla sobre el Che, la educación, o los Estados Unidos y los derechos humanos.


Fidel Castro en Buenos Aires por klaudia_daniela

El porqué del declive de la nueva vía en el socialismo español.

Vicenç Navarro
Sistema Digital

La socialdemocracia europea (cuya máxima expresión fue la socialdemocracia sueca) se había caracterizado durante el periodo que abarcó desde el fin de la II Guerra Mundial hasta los años setenta por su estrategia política que consistía en expandir su base electoral, basada hasta entonces en la clase trabajadora, para incluir también a las clases medias, lo cual consiguió mediante el desarrollo de programas universales (es decir, programas que cubrían a toda la ciudadanía), con expansión de derechos sociales y laborales. Tal expansión fue la base del estado del bienestar socialdemócrata, que incluía las transferencias públicas y los servicios públicos que el estado (bien central, regional o autonómico, o municipal) garantizaba a todos los ciudadanos. El concepto de ciudadanía incluía derechos sociales y laborales. Y el Estado (como representante de la ciudadanía y a su servicio) garantizaba la universalidad de tales derechos. A fin de mantener la lealtad de las clases medias (cuyas expectativas eran mayores que las de la clase trabajadora), este estado del bienestar tenía que estar bien financiado, lo cual requería una política fiscal progresiva, es decir, unos elevados impuestos, altamente progresivos y redistributivos, basados en una elevada población empleada. Trabajo significaba riqueza y pagar impuestos. Y de ahí la necesidad de facilitar la integración de la mujer al mercado de trabajo, mediante una amplia red de servicios de ayuda a las familias que permitieran a la mujer compaginar sus responsabilidades familiares con su proyecto profesional (además de cambiar la cultura del varón, corresponsabilizándole de las responsabilidades familiares).
La supuesta modernización de la socialdemocracia

En los años ochenta apareció una nueva sensibilidad dentro de la socialdemocracia que fue distanciándola de elementos importantes de esta tradición, presentándose a sí misma como el proyecto “modernizador”, necesario para adaptarse a los cambios en la sociedad. Su nombre varió de país en país. En Gran Bretaña se llamó la Tercera Vía y en España, la Nueva Vía. Un elemento importante de este proyecto supuestamente modernizador, fue el considerar a las clases medias como la nueva base electoral de la socialdemocracia, asumiendo que la clase trabajadora estaba desapareciendo, bien objetivamente, bien subjetivamente. Este proyecto asumía que tal clase se estaba reduciendo numéricamente debido a los cambios en la estructura social o se estaba transformando subjetivamente y dejaba de sentirse clase trabajadora para definirse y sentirse clase media. El discurso de clases desapareció en este proyecto, redefiniéndose la estructura social en ricos, pobres y todos los demás, agrupando a estos últimos como las clases medias. Así, Jordi Sevilla, uno de los intelectuales más influyentes en la Nueva Vía en su libro De Nuevo Socialismo, dedicaba su último capítulo a una crítica de mis escritos, presentándome como anticuado (en realidad, el término que utilizó fue de socialdemócrata “tradicional”) por hablar todavía de clase trabajadora cuando, según él, el proyecto socialista debía modernizarse y considerar las clases medias como las bases sociales del proyecto socialista. De ahí que el candidato José Luis Rodríguez Zapatero, el candidato a la Presidencia del Gobierno como representante de la Nueva Vía, en su discurso de presentación de su candidatura en las primarias del 2004 hablara única y exclusivamente de las clases medias como las bases del nuevo socialismo y nunca (ni una vez) hablara de clase trabajadora. Era, el suyo, un socialismo sin clase trabajadora. Éste era el elemento supuestamente modernizador. Tal candidato ganó las primarias como consecuencia del apoyo de las izquierdas (representadas por la candidata Matilde Fernández) que querían parar a José Bono, el candidato del aparato de Ferraz, sede del PSOE.

Otro elemento característico de la Nueva Vía (la versión española de la Tercera Vía) fue su distanciamiento de las políticas fiscales progresivas y redistributivas. Como subrayó Jordi Sevilla en el libro citado anteriormente “¿Alguien puede defender a estas alturas del siglo que un programa socialdemócrata debe estar a favor de más impuestos y más gasto público e introducir rigideces normativas a la economía?” (p. 37). Sólo los anticuados (como Vicenç Navarro) podrían todavía pedir tales propuestas. Para entender el significado de esta supuesta modernización y sus consecuencias, es importante recordar que España era entonces el país con el gasto público (incluyendo gasto público social que financia el escasamente desarrollado estado del bienestar español) más bajo de la UE-15. Y después de siete años de Nueva Vía continúa siéndolo.

La desaparición del compromiso redistribuidor del estado en esta modernización

Es importante recordar que el Sr. Pedro Solbes, ex ministro de Economía del primer gobierno Zapatero, indicó al final de su mandato (2004-2008) que “la medida de la cual estaba más orgulloso era la de no haber aumentado el gasto público” (El País. 22.07.07). Las mejoras y reducción del considerable déficit social se realizaría, según Sevilla, mediante mejoras de la eficiencia de los servicios públicos, es decir, “a través de ahorros que puedan hacerse en los servicios públicos, sin los cuales no podrían pagarse las mejoras y extensión del sistema” (p. 127). Y además de ahorros, Sevilla proponía el crecimiento del aseguramiento privado (como seguros sanitarios privados) para complementar los servicios públicos, una propuesta realizada ahora por el gobierno de CiU en Catalunya. Esta propuesta significaba que en un mismo hospital público habría habitaciones privadas para los pacientes con aseguramiento privado y habitaciones públicas (con varias camas por habitación) para la mayoría de pacientes sin aseguramiento privado.

En esta nueva visión, el Estado no era un estado garantizador de derechos y asegurador de bienestar, sino un estado que corregía los excesos del sistema y cubría las necesidades de las poblaciones vulnerables, tal como señaló otro intelectual de la Nueva Vía, Miguel Sebastián. Éste, en una entrevista en El País (21.09.03) respondía a la pregunta del entrevistador sobre si confiaba en el intervencionismo público, que “en absoluto. Soy defensor de esta idea de los demócratas estadounidenses de Estado dinamizador frente a un estado del bienestar o asegurador. El poder público debe tener un papel de promotor o corrector”. Para entender el significado de lo que proponía Miguel Sebastián, hay que conocer que EEUU tiene un estado del bienestar muy poco desarrollado, con ausencia de derechos sanitarios universales, de manera tal que el 56% de las personas que se mueren en aquel país, por tener una enfermedad terminal, confiesan estar preocupadas de cómo ellas o sus familias pagarán su atención sanitaria. Cuando trabajé en la Casa Blanca en la Comisión de Reforma Sanitaria dirigida por la Sra. Hillary Clinton, nuestro sueño era precisamente alcanzar el nivel del estado del bienestar existente en Europa, con un estado no facilitador, sino garantizador de los derechos sociales y laborales. Tengo que suponer que Miguel Sebastian desconocía esta realidad estadounidense cuando escogió tal experiencia como modélica para la socialdemocracia española.

Miguel Sebastián, así como Jordi Sevilla y como su discípulo José Luis Rodríguez Zapatero, favorecieron la bajada de impuestos, bien reflejada en la famosa frase de este último de que bajar impuestos es ser de izquierdas. Esta bajada, sin embargo, fue la causa de que se creara un déficit estructural del estado que quedó oculto como consecuencia del elevado crecimiento económico debido a la burbuja inmobiliaria que dio un falso sentido de progreso y que incrementó los ingresos al estado a pesar de la reducción de los impuestos. Ahora bien, cuando la burbuja inmobiliaria explotó, apareció con toda crudeza el déficit estructural del Estado. De ahí que el gobierno de la Nueva Vía estuviera muy poco preparado para responder a la crisis. Su marco ideológico, que reducía el papel del Estado, le hizo muy vulnerable a ser cautivado por el mensaje neoliberal promovido por las instituciones de la UE (el Consejo Europeo, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo) y por el FMI. Su explicación y justificación de las políticas neoliberales que ha estado desarrollando el gobierno Zapatero (desregulación de los mercados laborales, privatización y mercantilización de las Cajas de Ahorros, reducción del empleo y del gasto público y de los salarios de los empleados públicos, la congelación de las pensiones y el retraso de la edad de jubilación) han sido las mismas que utilizó la Sra. Thatcher en Gran Bretaña, es decir: No Había Alternativa Posible. “La presión de los mercados financieros” ha sido la frase más utilizada para justificar sus políticas económicas, laborales y sociales de claro corte neoliberal que la clase dominante (burguesía financiera y patronal) han deseado desde hace años, transformándose el gobierno de la Nueva Vía en el socialismo sin clase trabajadora y al servicio del mundo empresarial. Este servicio al mundo empresarial ha tenido incluso una dimensión personal. Muchos de los economistas del equipo Zapatero han terminado y/o terminarán como consultores o empleados de las grandes empresas y bancas que debieran haber intervenido y/o regulado cuando, como empleados del Estado, estaban al servicio de la sociedad.

Las consecuencias de esta supuesta modernización

Tres últimas observaciones. Aunque España continuó a la cola de la Europa Social en cuanto a gasto público social, tal gasto aumentó durante el primer gobierno del PSOE (2004-2008) y ello se debió, en parte, a la alianza informal que el gobierno realizó con los partidos a su izquierda (IU, ICV-EuiA, ERC y BNG) inspirado, en parte, por el gobierno tripartito catalán. Pero tal incremento no fue resultado de políticas fiscales redistributivas (desalentadas por el equipo económico del gobierno Zapatero), sino consecuencia del elevado crecimiento económico y aumento de los ingresos al Estado. También, y como consecuencia de la presión a su izquierda, el gobierno PSOE implementó la propuesta de establecer el cuarto pilar del bienestar, que se había incluido en el programa PSOE del año 2000 con la candidatura de Josep Borrell. En su versión original, el cuarto pilar del bienestar incluía el derecho de acceso a los servicios a las personas con dependencias y a las escuelas de infancia (versión que fue reducida en el programa electoral del PSOE en 2004 a los servicios de dependencia). Estas políticas de carácter socialdemócrata explican su victoria en el 2008.

Aquí quisiera informar al lector de una anécdota significativa. Durante el periodo 2004-2008 fui muy crítico de la política económica del gobierno por las razones indicadas anteriormente. De ahí mi sorpresa cuando en la campaña electoral del 2008, el PSOE publicó el nombre de diez economistas que habían asesorado al gobierno en el desarrollo del programa para el periodo 2008-2012. Entre ellos estábamos Joseph Stiglitz y yo, lo cual me sorprendió, pues éste no era el caso, al menos en lo que concierne a mi persona. Protesté entonces de que se utilizara mi nombre. El portavoz de la campaña electoral del gobierno Zapatero se excusó atribuyéndolo a un error. Decidí no denunciarlo ni comentarlo públicamente para no dañar la candidatura del PSOE. Pero el equipo económico del gobierno Zapatero no ha contado nunca con el asesoramiento de economistas socialdemócratas, que ellos llaman “tradicionales”. Todos ellos son de clara persuasión neoliberal. Y algunos, como David Taguas y Miguel Sebastián, de clara orientación ultraliberal.

Otra observación, que es obvia pero que requiere hacerse de nuevo. No es cierto que no haya alternativas. Varios economistas hemos documentado extensamente políticas alternativas que son factibles y realistas. No sólo partidos a la izquierda del PSOE sino organismos como Attac, han hecho propuestas alternativas a las neoliberales que se están realizando. Como tampoco es cierto que España no pueda desarrollar otras políticas alternativas, a no ser que haya cambios en Europa y en el mundo. Estas explicaciones y justificaciones de las políticas neoliberales que se están haciendo son falsas y erróneas. Otras políticas públicas son posibles si hay voluntad política para hacerlas. En lugar de bajar el gasto público social para reducir el déficit del Estado, por ejemplo, se pueden aumentar los impuestos. Si España tuviera la política fiscal de Suecia, el estado español ingresaría 200.000 millones de euros más de los que ingresa. En realidad, el estado español es el que ingresa menos fondos. Sólo una cantidad equivalente al 34%, mucho menos que el promedio de la UE-15, 44% y que Suecia, 52%.

Y la otra observación es que el desastre electoral (reflejado en las últimas elecciones autonómicas y municipales) que están conllevando tales políticas se debe al desencanto entre las bases sociales, y muy especialmente entre las clases trabajadoras hacia el gobierno por llevar a cabo tales políticas. Es lo que pasó en Gran Bretaña con la Tercera Vía, en Alemania con Schröder, en Italia con Prodi, y un largo etcétera. La supuesta modernización del socialismo que conllevaba el abandono de principios básicos del socialismo en democracia (es decir, la socialdemocracia) ha sido un desastre electoral con enormes consecuencias. La Tercera Vía del New Labour que había conseguido el 33% del electorado en 1997 (con el cual consiguió la mayoría absoluta en el Parlamento británico com consecuencia del sistema electoral bipartidista) cayó en picado desde entonces. En 2001, bajó al 25%, en 2005 al 22%, y en 2010 al 19%. En Alemania el Partido Socialdemócrata que había conseguido alcanzar el 34% del electorado en 1998, bajó al 30% en 2002, al 27% en 2005 y al 16% en 2010. Ambos partidos perdieron durante su mandato más de la mitad de sus militantes. Un tanto semejante ocurrió con la izquierda italiana y en grado menor con la izquierda francesa. Las políticas “modernizadoras” (de claro carácter neoliberal) fueron las responsables de tal declive. Es un enorme error creerse que este declive se debe a personalidades y no al rechazo a unas políticas que antagonizan a sus bases electorales. De ahí que la discusión sobre candidatos a suceder a Zapatero sea una frivolidad mediática.


Es sorprendente que surjan voces dentro y fuera del PSOE que exijan un mayor modernización que parece implicar un mayor abandono de los principios de la socialdemocracia, tal como abandonar el concepto de universalidad de derechos sociales y laborales, de diluir todavía más el limitadísimo compromiso con políticas fiscales redistributivas que tiene hoy el gobierno Zapatero, privatizar la financiación de los servicios públicos, y un largo etcétera. Tal abandono significaría la conversión de tal partido en un partido minoritario, carente de movilización entre las clases populares. La Nueva Vía ha sido un paso en esta dirección. La única manera de parar y revertir tal declive es cambiar sus políticas económicas, fiscales y sociales, recuperando los principios y las políticas que fueron responsables de su éxito en el pasado. La falta de protesta frente a las políticas realizadas hasta ahora no dejan lugar a mucho optimismo para el futuro.

Vicenç Navarro. Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University

Publicado en Rebelión