15 abril 2012

HA MUERTO LA ÚLTIMA BRIGADISTA, LISE LONDON.

Hace 4 meses tuvimos la ocasión, el placer, de escuchar su postrer testimonio escrito a través del artículo de Jesús Rodríguez publicado en El País. La conocíamos bien. Habíamos leído el relato de su vida y sus luchas en Roja primavera y Memorias de la Resistencia; la habíamos visto en los homenajes tributados a los interbrigadistas en 1996, 2001, 2006 y en otras fechas; presentíamos su figura a través de internet, de los múltiples libros y relatos de aquellos tiempos… Ella fue una más de los 35.000 voluntarios que llegaron aquí de todos los rincones del mundo. Una más de aquella legión de trabajadores que sintieron que en España se libraba la libertad del mundo. Como acertó a expresarlo su compañero, Artur London: “En Madrid, el checo iba a luchar por Praga; el francés, por París; el austriaco, por Viena; el alemán, por liberar su país de Hitler, y el italiano, por expulsar a Mussolini de su país".




A la izquiera, portada del primer volumen de sus memorias. Derecha: Lise London, junto a Moe Fishman, presidente de VALB, en el homenaje que se rindió a los brigadistas en el cementerio de Fuencarral en octubre de 2001.

Elisa Ricol, su nombre original, había nacido en Montceau-les-Mines, un pueblo minero cercano a Lyon, el 15 de febrero de 1916. Su padre, un campesino sin tierras de Cuevas de Cañart (Teruel), había tenido que emigrar a Francia en 1900 y allí nacieron sus tres hijos. Víctima de su trabajo en las canteras, en las minas y en la construcción de túneles, adquirió la temida silicosis. Los hijos tuvieron que ponerse pronto a trabajar, lo que no impidió que se olvidaran de su deber de adquirir una formación digna. “Mi padre, que no conocía nada de las teorías socialistas, tenía la reacción del obrero consciente: sentía el orgullo del trabajador. Creía en un mundo más justo y más fraternal. Quizá por ello la libertad, la fraternidad y la igualdad han sido mi divisa”.

Ese impulso adquirido en el hogar llevó a la inquieta Lise a implicarse en las luchas sociales y políticas de su tiempo y, pronto, a enrolarse en las Juventudes Comunistas. Marchó a Moscú a trabajar en la Comintern como mecanógrafa, donde conoció a su compañero de toda la vida, Artur London. Desde allí partieron ambos hacia España, para luchar por la República en las Brigadas Internacionales. Al término de la guerra de España se enfrentaron a la guerra que los demócratas franceses y británicos con gran miopía y fariseísmo habían pretendido no ver, o conjurar, con su política de no-intervención. Esa guerra que los republicanos españoles y sus aliados habían querido evitar con su frustrada pero digna y heroica apuesta por la derrota del fascismo en España.

Un día de 1942, Lise se subió a una tarima y, delante de un mercado parisino donde se arracimaban un millar de mujeres, les dirigió las siguientes palabras: “La ocupación, con todas sus desgracias, restricciones y asesinatos que comporta, ya ha durado suficiente… ¡Tenemos que actuar! ¡Tenemos que negarnos a trabajar para la máquina de guerra alemana! Si lo aceptamos, ponemos en peligro nuestras vidas y la de nuestras familias… Mujeres, tenéis que impedir que nuestros maridos e hijos se vayan a trabajar a Alemania. Los tenéis que esconder en el campo. Ha llegado el momento de empezar la lucha armada contra los nazis para echarlos del país”. Fue en esa guerra donde la pareja Lise y Artur London volvieron a demostrar su compromiso en la lucha por la libertad al implicarse en la Resistencia francesa que los llevó a los campos de concentración.

La derrota final del fascismo no fue el fin de sus penalidades. Tras los primeros años de construcción de la nueva Checoslovaquia socialista, Artur London, que ocupaba el puesto de Viceministro de Asuntos Exteriores, fue acusado -junto con otros compañeros “españoles” de las BI- de conspirar contra el Estado. Este proceso desveló a esta pareja, como a muchos otros comunistas convencidos, su error al haber identificado sus ideales con un líder, Stalin, o con un Estado, la Unión Soviética. Pero, al contrario que tantos otros, no renunciaron a ellos.

Por eso, cuando a sus 95 años Jesús Rodríguez le evocó su experiencia en las Brigadas Internacionales, Lise no vaciló en afirmar que “fue el mejor momento de mi vida. Siempre han estado en mi recuerdo. Todo me lleva a las Brigadas, a los viejos amigos; sueño con ellos. España fue un ideal, nuestro ideal más querido, y sigue siendo válido”. Y ante la pregunta del periodista sobre si todas aquellas lucha y sufrimientos valieron la pena, Lise “se incorpora, se echa la mano al corazón, me mira a los ojos y le brotan sus ancestros aragoneses: "¡Por supuesto! Combatimos por la libertad. ¡Valió la pena!"

Aquel fue el ideal de una generación que ellos llamaron la “generación española”. Los jóvenes de entonces lucharon por lo que creían que podría hacer avanzar al mundo hacia una mayor libertad y justicia. Hubo errores, cómo no. Pero hubo honestidad, generosidad, dignidad. Algo que hoy en día se echa mucho en falta. Por eso sigue vigente su llamado a proseguir su trabajo: “Quisimos cambiar el mundo y no lo conseguimos… Queda la tarea de cambiarlo”.

Así que, en recuerdo de Lise, y de todos sus compañeros, continuemos su lucha.

Fuente: www.brigadasinternacionales.org

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