21 agosto 2015

De la "filosofía del marxismo" a "filosofía de Marx".

José María Laso Prieto.
 
Con este mismo título ha aparecido al público un muy interesante y útil libro del profesor Damián Pretel[1]. La edición ha corrido a cargo de Publicaciones para el Debate, de Barcelona, entidad editorial impulsada por la Asociación de Amigos de la Filosofía. Damián Pretel Martínez nació en Granada en 1930. Durante la guerra civil española formó parte del grupo de niños que se enviaron a la URSS para preservarles de los horrores de la contienda. Cursó la carrera de filosofía en la Universidad Lomonosov de Moscú y realizó los cursos de postgrado en el Departamento de Historia de la Filosofía, pero se doctoró en la Universidad de La Habana. En la capital soviética fue investigador del Instituto de Economía Mundial de Relaciones Internacionales de la Academia de Ciencias de la URSS. También fue profesor de Filosofía en el Instituto de Ciencias Sociales. En la Universidad de La Habana Pretel trabajó como profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y alcanzó el grado de catedrático. También realizó tareas como investigador en el Departamento de Filosofía de la Academia de Ciencias de Cuba. Actualmente es profesor de la Universidad de Granada. Ha publicado múltiples trabajos de filosofía en Moscú, La Habana, México, Praga, Madrid, Barcelona y Oviedo. Entre sus últimos trabajos, es de destacar el publicado –bajo el título de «La filosofía española en la Rusia de ayer y de hoy»– en el número 14 (segunda época) de la revista ovetense El Basilisco, que dirige el profesor Gustavo Bueno.

El libro del profesor Pretel pretende, como su propio título indica, realizar un retorno a la auténtica filosofía de Marx para diferenciarla nítida y rigurosamente de lo que se ha venido denominando «filosofía del marxismo». El proyecto es muy ambicioso, pero también muy necesario. Ya mucho antes de que el modelo del denominado «socialismo real» hiciese crisis, se habían podido comprobar las nefastas consecuencias negativas que para el desarrollo de la filosofía soviéticas habían tenido las diferentes etapas de dogmatismo político que habían imperado en la URSS. El sentido peyorativo que había adquirido el término Diamat, con el que habitualmente se denominaba a la filosofía soviética, era en ese sentido muy significativo. Y más todavía si se considera que la simplificación y la dogmatización de la filosofía marxista actual no se limitaba al ámbito de los países del bloque socialista, sino que incluía asimismo las posiciones de algunos marxistas occidentales. Así tuve ocasión de comprobarlo también en la Universidad Central de las Villas, de Santa Clara (Cuba), donde, en octubre de 1994, se realizó un curso postgradual universitario, organizado conjuntamente por los departamentos de Filosofía de las Universidades de Oviedo y la de Cuba citada, sobre el tema «El materialismo filosófico ante los desafíos actuales». Las posiciones de algunos de los profesores participantes –especialmente las de los latinoamericanos no cubanos– estaban claramente influidas por el Diamat. Su menor incidencia sobre los profesores cubanos (muchos de ellos ya críticos manifiestos del Diamat) puede explicarse por el impacto que entre los filósofos cubanos ha tenido la obra del profesor soviético Evald Ilienkov. Muy justamente, Damián Pretel le excluye del grupo de los dogmáticos y llega a considerarle como «el mejor filósofo marxista de los años cincuenta-setenta». De hecho, Ilienkov se hallaba en las antípodas del también soviético F. V. Konstantivov, a quien en su día Manuel Sacristán calificó de «provecto teólogo» por su obra sobre el materialismo histórico.

La obra que reseñamos abarca cuatro grandes bloques temáticos: a) «La historia de la filosofía y el método de pensamiento y de conocimiento»; b) «Filosofía como método»; c) «Categorías y leyes de la dialéctica»; d) «La práctica, principios de una teoría». Así se incluyen las principales cuestiones filosóficas que interesan desde una perspectiva marxista. En su crítica de las posiciones dogmáticas el autor distingue entre dogmatismo (correspondiente a la etapa de Stalin) y neodogmatismo. Este último fenómeno dogmático es el que corresponde al período de dirección de Bréznev. En principio constituye una difícil tarea, tanto el localizar las raíces filosóficas de las posiciones políticas dogmáticas como el esclarecer las consecuencias filosóficas negativas de posiciones políticas previas. Damián Pretel logra resolver muy operativamente esa doble tarea y en ello estriba el mayor interés y utilidad de su libro. Desde el punto de vista crítico, no obstante las demostradas cualidades pedagógicas del autor, se le podría reprochar el alto grado de concentración teórica que el libro alcanza, pudiendo su lectura resultar ardua para un no profesional de la filosofía. Quizás hubiese sido preferible que el profesor Pretel ilustrase sus tesis con un mayor número de ejemplos, extraídos de los campos político, social, económico, cultural, etc. Sin incurrir en el exceso de ejemplología que caracteriza a algunos manuales de marxismo, no le hubiese sido difícil a Damián Pretel conseguirlo, ya que demuestra poseer no sólo un amplio y profundo conocimiento de la obra de los clásicos del marxismo, sino también del contexto histórico en que ésta se desarrolló.
               
Resulta muy difícil, dentro del espacio limitado de una reseña, dar cuenta de toda la riqueza teórica marxista que nos proporciona el libro de Pretel. A título de ejemplo, nos limitaremos a señalar algunos puntos. Así, al tratar de la relación de las categorías dialécticas de lo general y lo singular, dice: «[...] Lo general existe sólo a través de lo singular, pero lo segundo no se puede deducir en abstracto de lo primero, según la pretensión del dogmatismo. El estudio de lo general no debe realizarse única y exclusivamente en el plano de la teoría, sino también en el de la práctica, a través del dominio de lo singular, individual, personal, etc. [...]. Así es como se enriquecen, se cambian y se sustituyen unas leyes por otras. Así es como, por ejemplo, se ha enriquecido y desarrollado la teoría de la revolución social formulada por el marxismo. Así es como Lenin demostró que, en las condiciones de la Primera Guerra Mundial, la revolución socialista podía irrumpir, en primer lugar, no en los países capitalistas desarrollados, sino en un país tan atrasado como Rusia. Así es como, en general, todas las revoluciones verdaderas han sido y serán, por así decirlo, heterodoxas. Ninguna se hará con la mirada vuelta hacia atrás, sino puesta en el presente y en el futuro. Nada tiene pues de extraño que aquí y ahora las transformaciones revolucionarias en los países capitalistas desarrollados tengan que abrirse camino por la vía democrática que, en líneas generales, ya había sido prevista por Marx y Engels, y más tarde por Lenin». Asimismo, al estudiar la relación entre las categorías de lo necesario y lo casual, Pretel precisa que el análisis de los procesos sociales debe tener en cuenta la unidad de lo necesario y lo casual –omitida por el dogmatismo– para evitar errores subjetivistas. Es lo que hizo Marx al analizar la experiencia de la Comuna de París. Así, en una carta a Kugelman, decía: «Sería muy cómodo hacer la historia universal si la lucha se puede emprender sólo en condiciones infaliblemente favorables. De otra parte, la historia tendría un carácter muy místico si las “casualidades” no desempeñasen ningún papel. Como es natural, las casualidades forman parte del curso general del desarrollo y son compensadas por otras casualidades. Pero la aceleración o el desarrollo dependen en grado considerable de estas “casualidades”, entre las que figura el carácter de los hombres que encabezan el movimiento al iniciarse éste».

Otro tema, no menos interesante, profundizado por el profesor Pretel, es el de las leyes de la dialéctica. Reaccionando contra el hecho de que Stalin las hubiese reducido a la condición de rasgos, las define como «el reflejo de las concatenaciones internas, necesarias y esenciales, que determinan la tendencia del desarrollo de los objetos y de los fenómenos de la realidad objetiva, así como del pensamiento, del conocimiento y de la práctica de los hombres». Tal definición, para Pretel, supera todo mecanicismo, debido a que: a) no parte de la negación de la casualidad; b) reconoce la acción del sujeto sobre el objeto; c) no fetichiza la acción de las leyes, que no se manifiestan de una manera automática, sino, todo lo contrario, como leyes-tendencia que se abren paso a través de obstáculos producidos por la acción de otras leyes, de contradicciones, etc. Es decir, en función de las condiciones concretas. De ello surge una pregunta. En el capitalismo, por ejemplo, ¿también lo es la de la explotación del hombre por el hombre? Pretel contesta sin ambages: toda ley es siempre una ley-tendencia. La ley de dicha explotación lo es también y ello se debe a que, en la ley, la necesidad nunca se manifiesta de manera pura. Además la ley no niega la casualidad, no suprime la acción del conjunto de las interconexiones y tampoco niega la actividad más o menos consciente de las masas, etc. Por ello, en el ejemplo de la explotación humana, Pretel precisa que esa ley se cumple en colisión con la lucha de los trabajadores por liberarse de la explotación capitalista. O sea, que se cumple, pero no de una manera pura y automática. No menos esclarecedor es el planteamiento que el autor realiza seguidamente: «Pero ¿y en el socialismo? ¿la planificación de la economía y del progreso social no conduce a que las leyes-tendencia actúen simplemente como leyes? El dogmatismo y el neo-dogmatismo han dado a esta pregunta una respuesta afirmativa, pero, con la planificación, la espontaneidad de las leyes sólo se mitiga, pero no desaparece, ni puede desaparecer, ya que el socialismo es también un proceso histórico natural. Así, de la dialéctica materialista se desprende que los hombres no pueden suprimir las leyes objetivas, aunque sean capaces de conocerlas y aplicarlas conscientemente. Lo único que pueden cambiar es la forma en que las leyes se realizan. Marx presta a esta cuestión una atención especial». En definitiva, el libro de Damián Pretel tiene no sólo utilidad teórica, sino también práctica. De práctica política.

[1] Damián Pretel: De la «filosofía del marxismo» a la filosofía de Marx. Barcelona: Publicaciones para el Debate, 1995.
 
 

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